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5 de abril de 2018
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En unos 115 kilómetros de territorio sirio, en los alrededores de Damasco, allí donde la vegetación ha favorecido el cultivo de productos agrícolas para la alimentación humana, se enquistó un nutrido reducto de terroristas de varias facciones cuya aspiración era, a través de ataques armados, derribar al presidente Bashar al Assad y apoderarse del gobierno sirio.
Conocida como Guta Oriental, la zona fue, durante meses y hasta años, objeto de construcciones fortificadas, túneles y otras, que llegaron a considerarla invulnerable a los ataques del ejército y la aviación local.
Mientras, cada día y cada noche, Damasco, la capital de esa nación árabe era estremecida por arremetidas con morteros, lanzamiento de bombas y otros medios bélicos, mientras la cantidad de víctimas civiles, niños, mujeres y ancianos, subía en espiral.
Llegó a percibirse la zona de la Guta Oriental siria como imbatible y no conquistable por el ejército local.
Pero la nación árabe, con la ayuda de Rusia e Irán, vencían día a día a los focos terroristas, fundamentalmente del Estado Islámico, que se habían apropiado de una buena parte del país.
Las imágenes captadas de cómo ha quedado Siria por la acción criminal de esos grupos armados apoyados por Occidente y algunas monarquías del Golfo, dan la impresión de una tierra arrasada al estilo de los pueblos y aldeas convertidos en pasto de bombas durante la Segunda Guerra Mundial.
En las últimas semanas de marzo y comienzos de abril, el ejército sirio en coordinación y cooperación rusa e iraní, puso en práctica un plan para liberar a cientos de miles de civiles sirios atrapados por los grupos terroristas en Guta Oriental.
Primero se concibió y puso en práctica un plan de negociación con los citados grupos para que ordenadamente abandonaran la zona y liberaran los rehenes.
A la par, y ante la intransigencia de algunas de esas facciones terroristas, se puso en acción la reconquista, mediante las armas, de cada segmento de suelo sirio controlado por esas fuerzas enemigas.
El mecanismo previó y ejecutó la garantía para que decenas de miles de civiles fueran evacuados a zonas seguras.
De igual forma a los grupos que aceptaron abandonar las armas y el lugar, se le facilitaron los medios y se garantizó su integridad física durante la operación de traslado.
En esta semana la situación ha comenzado a revertirse y más de 40 000 civiles evacuados semanas antes, ya han regresado a sus casas, ahora en territorio liberado por las fuerzas sirias leales a Bashar al Assad.
Durante jornadas completas los zapadores limpian de minas los territorios donde las habían sembrado, lo mismo en edificaciones que en plazas públicas.
Los últimos grupos insurrectos abandonaron la ciudad de Duma, en la Guta Oriental y fueron trasladados hacia Jarablus, al norte de la provincia de Alepo en número superior a los mil.
En el contexto de la liberación de la Guta Oriental por parte de las autoridades sirias, el poder mediático occidental no ha escatimado mentiras y críticas por la envergadura de la operación anti terrorista, elaborada por las fuerzas locales y la ayuda de países amigos.
Es lógico que así sea, pues Occidente se mostraba convencido de que con las fuerzas terroristas a las puertas de la capital siria, la caída del gobierno de Al Assad era solo un problema de corto tiempo.
La prensa de Occidente mostró con mucho interés la muerte de niños debido a los combates librados para expulsar a los terroristas, y, por supuesto, siempre se acusó a las fuerzas locales de causar víctimas fatales y heridos. Sin embargo, muy poco o nada ha dicho esa misma prensa sobre los 9 000 civiles muertos a causa de los bombardeos de la aviación estadounidense en Mosul, Irak.
Tampoco se lee en la gran prensa de Estados Unidos o de capitales europeas, la postura irreconciliable de grupos terroristas como el Frente Al Nusra o el Yaish al Islám, renuentes a aceptar la tregua aprobada por la ONU y partidarios de continuar sus acciones de bombardeos.
La víspera, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump dijo haber ordenado el retiro de las tropas de su país que, sin permiso del gobierno sirio, se instalaron en tierras de esa nación y no pocas veces su misión fue la de apoyar a los grupos terroristas armados y atacar al ejército sirio.
Ahora, veremos qué posición adoptan esas facciones extremistas aupadas por Washington, como el Frente Al Nusra, si es que de verdad el anuncio de Trump, implica el cese del apoyo de su gobierno a quienes han llenado de odio, destrucción y muerte a esa nación árabe.
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