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No es ninguna coincidencia

26 de marzo de 2018

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La “llama” comenzó en Gran Bretaña hace unas semanas y al parecer era un caso más entre los muchos que suceden en este mundo, sin embargo la primera ministra británica, Theresa May, adelantó en sus primeras declaraciones y sin probarlo, que los culpables eran los rusos y que pediría ayuda a sus aliados.

Dicho esto, solo faltaba echar leña a la pequeña llama para que se convirtiera en una hoguera política, a partir de la conclusión acerca del envenenamiento de un ex espía ruso y su hija en la ciudad británica de Salisbury el 4 de marzo, que según ella lo “más probable” es que fuera cometido por las autoridades de la Federación Rusa.

Días después de esta primera declaraciones y, casualmente poco antes de llevarse a cabo el Mundial de Futbol en tierra rusa, comienza una operación de expulsión de diplomáticos de esa nación tal y como si se hubiera coordinado previamente.

Estados Unidos por ejemplo decidió expulsar nada menos que a 60 diplomáticos por el caso Skripal, incluidos 12 empleados de la misión de Rusia en la ONU. Además ordenó el cierre del Consulado de esa nación en Seattle, señaló la Casa Blanca en un comunicado, “debido a su proximidad a una de nuestras bases de submarinos y la compañía Boeing”.

Nada, que deben llevarse a cabo acciones que confirmen la campaña que den credibilidad a consignas como “ahí vienen los rusos” o la “amenaza rusa”, aunque nadie ve por donde vienen y a quién amenazan.

La primera justificación fue que la Casa Blanca “”toma esta acción junto con nuestros aliados de la OTAN y los socios en todo el mundo en respuesta al uso de un arma química de grado militar por parte de Rusia en el territorio de Reino Unido”.

Una de las primeras reacciones ante una situación que se encuentra en pleno desarrollo fue la de Anatoli Antónov, embajador de Rusia en EE.UU. quien además de precisar que “EU está destruyendo lo poco que quedaba en las relaciones ruso-estadounidenses”, subrayó que “hasta hoy, no existe ni una sola prueba de la injerencia” de su país en el caso del ex espía.

Dado el “disparo” de salida, Alemania, Polonia y Francia expulsarán por la misma razón a cuatro diplomáticos. La República Checa y Lituania a tres, mientras que Estonia a uno. Estonia expulsa al agregado militar ruso, mientras que Rumanía, Croacia y Finlandia a uno por cada país. Dinamarca, los Países Bajos e Italia expulsaran cada nación a dos.

Volviendo al origen de la “llama”, Rusia se mostró dispuesta a colaborar, desde el primer momento en la investigación de lo ocurrido. Londres no solo se negó a cooperar, ni siquiera a través de intermediarios, lo que constituye una “grave violación de la Convención sobre la prohibición de las armas químicas, denunció el Canciller Lavrov.

Por su parte la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, criticó la actitud británica y precisó; “es obvio que se está ocultando la verdad. ¿Cómo puedes solidarizarte con algo que no comprendes si no tienes datos originales concretos?”, se preguntó la diplomática.

Para Moscú queda claro que solo se trata de “la continuación de una línea de confrontación en la que los aliados del Reino Unido siguen “ciegamente el principio de unidad euro-atlántica sin tener en cuenta las normas del diálogo interestatal civilizado y los principios del derecho internacional”.

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