No es de extrañar…
29 de noviembre de 2019
|
La América Latina de los últimos meses nos ha proporcionado, lo mismo una sorpresa que una ratificación de algo que se veía venir.
Por ejemplo, la situación en Chile era de esperar. Aquella olla de presión tenía que estallar de un momento a otro. Y así ha sido. Aunque es verdaderamente dramático que sigan ocurriendo asesinatos de manos de los carabineros, y no se acabe de definir un presente que, confieso, pasaría por un nuevo gobierno y una nueva Constitución.
Bolivia ha sido, en mi opinión, la sorpresa para muchos. Me incluyo entre los que pensé que un país aparentemente estable con un desarrollo económico y social sostenido, entre los primeros de la región y dirigido por un presidente indígena, auguraba un camino sin grandes contratiempos, al menos en los venideros cinco años.
Pero no fue así. Había aspectos, principalmente el relacionado con las fuerzas armadas y la policía, que ya no respondían al mandatario Evo Morales y, por el contrario, anidaban ambiciones que condujeron a la traición y a la actual inestabilidad y represión contra quienes protestan por el golpe de estado.
En Uruguay, las elecciones presidenciales, sin definir hasta hoy al vencedor, parecían más inclinadas a la continuidad del Frente Amplio en el poder, por la probada estabilidad de los últimos años. Y no ha sido así en la segunda vuelta. El candidato del Frente Amplio fue superado por el de la derecha.
Dejo para último a Ecuador, nación que ha estado sacudida por manifestaciones contra los programas económicos del gobierno, la sumisión al Fondo Monetario Internacional y donde están siendo eliminados los proyectos sociales desarrollados durante los gobiernos de Rafael Correa.
Pero este jueves, de verdad que me sentí sorprendido cuando leí declaraciones del canciller ecuatoriano, José Valencia, en el que afirma que «Luis Almagro representa las aspiraciones y visión que Ecuador tiene para la OEA y para el Sistema Interamericano, por lo que mantendrá el apoyo a su reelección como secretario general de esa organización».
Digerir tal planteamiento en momentos en que la OEA ha mostrado su verdadera génesis, en la organización y ejecución del golpe de estado en Bolivia, y que se hunde en el lodo del descrédito, parecería no propio de un gobierno de una nación latinoamericana.
De esta manera, el gobierno de Lenín Moreno, actúa para descalificar la aspiración de la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, de ocupar la secretaría general de la OEA, que debe ser
electa en 2020.
«Tenemos otro tipo de consideraciones que van más allá de lo inmediato y de lo individual. Ese es el actuar de un país serio en las relaciones internacionales y que respeta la palabra que ha dado», subrayó el canciller de Ecuador.
María Fernanda Espinosa, trabajó en el gobierno de Rafael Correa y en los últimos años ocupó la presidencia de la Asamblea General de la ONU.
El gobierno de Lenín Moreno la ha criticado duramente por no coincidir con la postura ecuatoriana actual respecto a Venezuela, y oponerse a medidas adoptadas por Moreno en detrimento de la unión de las naciones latinoamericanas.
Por último, el canciller ecuatoriano, al sustentar la decisión de su gobierno de apoyar la reelección de Luis Almagro al frente de la OEA, ratificó que «creemos que Almagro contaba y cuenta con una base importante de respaldos. No entro en cálculos o aritmética, pero nos parecía que contaba con una base de apoyos suficientes para alcanzar la investidura por segunda oportunidad».
Ver para creer. Esa es la realidad de la América Latina de nuestros días, pero viniendo del actual gobierno de Ecuador, no es de extrañar.
Comentarios