Niños latinoamericanos en riesgo
31 de julio de 2020
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Para el 2023 está señalada la meta deorganismos internacionales para que el trabajo infantil -otra forma de esclavitud- sea erradicada de América Latina, donde aún casi seis millones de menores están en esa condición, cifra que se considera alejada de lo real.
Brasil, Paraguay y México encabezan el listado de países donde se da el mayor número de casos, aunque en Brasil toma ribetes muchos más amargos y drásticos y enMéxico se llega también a la entrega de menores a familias acomodadas.
En sí la pobreza y la falta de atención oficial inciden en la triste situación, una más en la larga lista de desatenciones del gobierno brasileño, aunque el mexicano está enfrascado en diversas tareas para aliviar el mal provocado por la extrema desigualdad.
SegúnWikipedia, la enciclopedia libre, la explotación infantil, también llamada esclavitud infantil, es la utilización de niños en trabajos normales o peligrosos, para fines económicos familiares o de otra índole, de menores de edad por adultos, afectando con ello el desarrollo personal y emocional de los menores y el disfrute de sus derechos.
El informe Rompamos las cadenas de la esclavitudinfantil, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), analiza y expone las terribles condiciones en las que los menores son obligados a trabajar, el impacto directo que todo esto tiene en sus vidas y recomendaciones para combatir estos abusos.
La erradicación del trabajo infantil tiene para la OIT una prioridad urgente y muy importante, ya que durante siglos fue aceptado y era legal, mientras que ésta y otras prioridades forman parte actualmente de la Declaración de los Derechos del Niño.
No todo trabajo infantil es pernicioso; determinadas actividades productivas realizadas en edades infantiles pueden ser consideradas formadoras: tareas domésticas o de contribución a la economía familiar, el autosustento o el aprendizaje de oficios. Esto es válido tanto en sociedades tradicionales, como en las sociedades modernas. El trabajo infantil puede ser calificado como formativo siempre que no afecte el ejercicio de derechos como la educación, salud y recreación.
Si bien se afirma que en América Latina hay proporcionalmente menos casos que en otras regiones del mundo, en esta parte del planeta las condiciones de trabajo en muchos casos son de peligro, debiéndose reglamentar los trabajos peligrosos para evitar el trabajo de niños, niñas y adolescentes
En la llamada revolución industrial, el salario de aquellos niños que se dedicaban a trabajar tan solo representaba el 20-15% del salario masculino adulto, lo hacían a una edad muy temprana, entre 7 y 8 años. Normalmente, realizaban labores específicas, como vigilar el correcto funcionamiento y el engrase de de las maquinas. La primera hiladora de algodón era tan pequeña que las únicas personas capaces de trabajar con ellas o arreglarlas eran niños y niñas.
Esto los exponía a un grave peligro, ya que metido entre los entresijos de las maquinas sufrían quemaduras, graves traumas y aplastamiento de los miembros. Hay datos de desfiguraciones faciales a causa del aceite hirviendo de las máquinas o al tratar con productos altamente inflamables.
Esto les hacía permanecer muchas horas de pie sin poder cambiar su posición. En otros casos manipulaban manivelas que accionaban complejas maquinarias. Debido al movimiento monótono mantenido durante gran cantidad de horas, pronto aparecían deformaciones en sus extremidades.
Por otra parte, desarrollaban otro tipo de oficios. Ganaban unos pocos peniques como limpia chimeneas, mensajeros, llama-carruajes, limpia carretas, vendedores de juguetes o de flores y como porta equipajes o paquetes.
En 1850 tan solo una de cada nueve chicas de alrededor de diez años trabajaba en una casa. En este mismo tiempo, durante la primera mitad del siglo XIX, los huérfanos tan pronto como cumplían los 4 años eran vendidos por los orfanatos a los jefes de cuadrilla de limpia chimeneas; también era legal ”capturar” niños sin hogar y obligarles a mantener un régimen de esclavitud. Estos mismos eran enviados dentro de la chimenea trepando por los muros de la misma con las manos o con rascadores. Todo este panorama, de escasez y miseria, hacia frecuente los hurtos infantiles de bienes consumibles.
Al parecer estas formas de esclavitud infantil eran peores que las actuales, pero no se llamen a engaño, porque ahora adquiere ribetes más drásticos en lo moral, con la inducción a la prostitución, la adquisición de enfermedades venéreas y el consumo de drogas, entre otros males.
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