Negación de la realidad
18 de agosto de 2014
|Pienso que un mérito como abuelo fue lograr que mis nietos varones casi eliminaran la utilización de los videojuegos como entretenimiento, principalmente aquellos en que la violencia era lo preponderante y confundían la realidad con lo imaginario.
La falta de recursos económicos y el temor de exponerlos al peligro hubieran sido obstáculos para llevar a cabo lo que acaba de hacer un padre que llevó a sus hijos a una zona de guerra real para evitar que jugaran videojuegos violentos.
La drástica medida fue la que tomó el periodista y profesor universitario Carl-Magnus Helgegren, quien en su intento por evitar que sus hijos jugaran el juego bélico Call of Duty, decidió llevarlos a las Alturas del Golán, zona siria ocupada por Israel, para mostrarles en vivo los horrores de una guerra real, que hoy también tiene un ejemplo con el genocidio sionista en la Franja de Gaza
.Así, en su viaje junto a sus dos hijos de 10 años, el sueco tuvo la oportunidad de ver directamente los campos de refugiados palestinos y las tragedias que azotan esa región, entregando sus vivencias en su blog personal. De acuerdo a su relato, la idea era mostrarles la cruda realidad del día a día y luego dejarlos que tomaran su propia decisión, si jugar al juego o no.
Según Helgegren, la obsesión de sus hijos por el juego los hacía escaparse a casa de sus amigos y revisar por horas YouTube, donde se mostraban estrategias para aniquilar enemigos con certeros disparos en la cabeza.
¿El resultado del “experimento”? Los niños declinaron querer jugar al título de guerra para consolas, aunque recibió varias críticas por el nivel de trauma al que los expuso. Ante ello, respondió que “si bien los juegos no son malos, el nivel de vida y lujo que tenemos en Europa nos obliga a educarnos a nosotros mismos y a no ser unos zombies que sólo juegan videojuegos y comen comida chatarra”.
Cierto, el correcto uso de los videojuegos y sus temas deben tener efectos positivos, porque es otra forma de mantener o propiciar el contacto entre amigos, al igual que otras aficiones (deporte, lectura).
También los juegos son beneficiosos a la hora de favorecer la coordinación visual y manual, lográndose habilidades. Se estimula la memoria y la capacidad para retener conceptos numéricos e identificación de colores, facilitando el contacto del niño con el entorno informático.
Pero el ansia de lograr dinero a toda costa, despertando el apetito por lo más violento y “entretenido”, hace que para cada aspecto positivo que puedan tener los videojuegos, existen muchos negativos.
No pasa tiempo sin que ocurran hechos donde la influencia con los videojuegos es notoria. Las masacres en las escuelas norteamericanas son ejemplo de violencia mortal, destacando la de Columbine, cuyo perpetrador había jugado muchísimas horas de videojuegos violentos. Algunos niños no tienen la capacidad de entender la diferencia entre lo que observa en pantalla y lo que es real.
También pueden tener efectos nocivos sobre la salud, como se observa con la obesidad, porque mientras más tiempo están sentados jugando videojuegos, menos probable será que salgan a realizar ejercicios.
Se ha comprobado que también pueden desencadenar crisis convulsivas en niños con antecedentes de epilepsia, debido a los destellos y cambios en la intensidad de los colores.
Los efectos perjudiciales sobre la salud del niño dependen también del contenido de los videojuegos. Si se centra el interés en un determinado tipo de juego, su práctica se vuelve repetitiva, limitándose la creatividad del niño o adolescente, llevando a una verdadera atrofia de la capacidad imaginativa. Especialmente nocivos son los juegos violentos (guerra, destrucción, violencia callejera, atropellos), con contenido racista o sexista (mujer como premio o víctima).
Estos videojuegos pueden introducir pautas de comportamiento muy patológicas en una personalidad en formación. En este sentido, no hay que olvidar que en la infancia y adolescencia el desarrollo de la personalidad depende entre otras cosas de modelos o estereotipos sobre los que el niño o adolescente centra su atención.
En contraposición a la figura de los padres y al igual que los modelos erróneos de héroes pueden resultar perjudiciales, no podemos despreciar el efecto terrible que pueden tener esos personajes de ficción con estas conductas agresivas y de menosprecio hacia los demás (xenofobia, machismo, etc…)
Sería interminable citar todos los problemas que causa ese afán por los videojuegos, que también generan un consumismo con un alto costo económico, además de suponer un elemento de discriminación frente a otros niños que no pueden disponer de ellos.
Son muchos los contra y pocos los elementos a favor de este quehacer, por lo que, como abuelos y padres, debemos controlar todo aquello nocivo que puede influir sobre nuestros hijos y nietos para negar la realidad.
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