Muertes, no solo por la pandemia
18 de septiembre de 2020
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El 8 de septiembre fueron asesinadas al menos doce personas en diferentes puntos del norte de Colombia, como resultado de otras tres nuevas masacres cometidas por grupos paramilitares.
El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), de Colombia, denunció que no se trata de hechos aislados, sino de una situación sistemática y es que este verano los asesinos evidentemente quieren romper todos los récords.
Andrei Gómez Suarez, investigador asociado de la Universidad de Bristol considera que el “Gobierno dejó de financiar la implementación de los acuerdos de paz firmados en 2016 con las FARC, que ayudarían a poner fin a la violencia en el país”.
Así de simple. Sucede el hecho, se entierran las víctimas y pasa a ser un dato más de la fúnebre estadística que llena de luto los hogares más humildes de esa nación.
Según el Indepaz se destaca que “las diez masacres que se contabilizaron en Colombia en el mes de agosto, las 45 en lo que va del año, los 18.650 desplazados y las más de las 57.000 personas confinadas actualmente debido al conflicto armado hacen urgente y necesario tomar cartas en el asunto”.
Pero lo que más preocupa a instituciones locales e internacionales son los asesinatos de líderes sociales y el reclamo de protección que solicitan es insuficiente ya que finalmente aceptan “las razones que esgrime el Gobierno y que relaciona todo con el narcotráfico”.
“El problema no es el narcotráfico -que ha estado en el país por lo menos durante los últimos 45 años-, sino cómo se gestiona su confrontación”, explicó Alfonso Yepes, coordinador del observatorio de derechos humanos de una organización internacional.
El Indepaz clasifica como masacre el homicidio intencional y simultáneo de tres o más personas protegidas por el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y en estado de indefensión, en iguales circunstancias de tiempo, modo y lugar.
Según un colega colombiano las masacres “no son un fenómeno nuevo en la larga noche de conflicto que vive Colombia, pero hubo dos cometidas recientemente que hicieron que el país volviera a poner sus ojos en esos crímenes”.
Se refiere al asesinato de cinco jóvenes de 14 y 15 años el 11 de agosto, en Cali y otra cuatro días cuanto ocho jóvenes resultaron muerto. El primer crimen fue atribuido por la Fiscalía a tres adultos quienes “sin mediar palabra y en un acto de total barbarie los asesinaron porque fueron sorprendidos comiendo unas cañas”.
Lo más reciente es la represión policial en la capital colombiana contra estudiantes, con un saldo de más de 10 fallecidos. A pesar de las “disculpas” de las autoridades locales e incluso del propio mando policiaco la represión sigue.
La violencia se disputa con la pandemia la eliminación de colombianos, en su mayoría jóvenes, que han cometido el gran “pecado” de tratar de defender los derechos de sus compatriotas en las comunidades donde viven.
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