ribbon

Mucho dice, poco es

8 de marzo de 2019

|

 

La propaganda occidental siempre ha puesto a Estonia, una pequeña república del Báltico, como ejemplo de desarrollo sostenible, gracias a abandonar la férula rusa y adscribirse a la Unión Europea y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Pero, realmente, el alto Producto Interno Bruto no corresponde igualitariamente a su millón 300 000 habitantes, la cuarta parte de los cuales viven en la pobreza y otros se sienten castigados por políticas de austeridad que casi la ponen en una situación parecida a Grecia.

Los desaciertos de la gobernanza han hecho que sea grande el castigo recibido en las más recientes elecciones, dejando el camino libre a agrupaciones de derecha y ultraderecha, algo de moda en los países de la Unión Europea.

En lo que concierne a los comicios del pasado domingo, sus resultados fueron subrayados este jueves. El Partido Reformista, de centroderecha y proeuropeo, fue con el 28,8% de apoyos el más votado. Con 162 332 votos, ganó cuatro diputados respecto a los comicios del 2015 y obtiene así 34 de los 101 escaños en el Riigikogu, el parlamento unicameral estonio.

En segundó lugar quedó el Partido del Centro, la formación de centroizquierda que lidera el actual gobierno tripartito del primer ministro, Juri Ratas, que con 129 823 votos –el 23,1%– sumó 26 escaños y pierde así un diputado.

El ultraderechista Partido Popular Conservador (EKRE) se situó con 100 439 apoyos –el 17,8%– en tercer lugar y pasó a contar con 19 escaños, 12 más de los que tenía.

A continuación, con 64 239 apoyos –el 11,4%–, se colocó la formación de centroderecha Pro Patria, que perdió dos escaños y se quedó con 12, y los Socialdemócratas, con sólo 55 214 votos –el 9,8%–, perdiendo cinco diputados, por lo cual se quedaron en diez.

Varios partidos quedaron fuera del Parlamento al no superar la barrera del 5% de los votos, tales como el Partido Libre, los liberales de Estonia 200, partido de formación reciente, y los Verdes.

La presidenta del Partido Reformista, Kaja Kallas, de 41 años, será la que reciba el encargo de formar la próxima coalición de gobierno, aunque no le resultará fácil. Lo que sí dejó claro repetidamente es que una coalición con el ultraderechista y euroescéptico EKRE no es una opción.

El nuevo gobierno tendrá que enfrentar una corrupción generalizada, desigualdades, protestas de la amplia población rusoparlante por discriminación y continuadas denuncias de abuso infantil, entre otros maltratos a la niñez.

Entre estas cuestiones quizás destaque como algo positivo, la virtual igualdad de género, gracias a los años que Estonia estuvo bajo la influencia de la extinta Unión Soviética, aunque algunos lunares han surgido, como la cuestión de los diferentes salarios para igual trabajo, siempre desfavorables a la mujer.

Mucho habrá que escribir en el futuro sobre Estonia, de cómo el futuro gobierno de coalición enfrentará problemas que sí son graves, como el referente al incremento del abandono a la niñez.

Comentarios