Moon Jae-in, por la persuasión y la no violencia
10 de mayo de 2017
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Ahora que desde este miércoles es Presidente, un día después de ser electo en las más concurridas elecciones surcoreanas, Moon Jae-in ratificó que hará todos el esfuerzo posible y se enfrentará a cualquier obstáculo para hacer realidad su programa de campaña y que no es algo nuevo en su carrera política: la lucha contra la corrupción, el eliminar poder de los oligopolios económicos conocidos como chaebols y empedrar un camino de acercamiento y distensión con la República Popular Democrática de Corea.
Precisamente, ganó en elecciones anticipadas, debido a la destitución de la anterior mandataria, Park Geun-hye, por abuso de poder y corrupción; el repudio popular a diez años de gobiernos conservadores a los que pertenecías sus dos más cercanos oponentes, y a la raón común, raramente puesta en práctica, de que nación no podía estar a expensas de Estados Unidos en sus relaciones con la RPDC, con la que tratará de dialogar, si las circunstancias lo requieren, indicó.
Nunca antes un político surcoreano había prometido tantas cosas tan difíciles.
La apuesta de Moon hacia Corea del Norte es precisamente la contraria a la adoptada por Washington. Este político de 64 años, pertenece a la generación representada por antiguos líderes estudiantiles y activistas de Derechos Humanos más próximos a la reconciliación con el Norte que a la vía militarista impuesta por Estados Unidos.
Este momento de incertidumbre, el diario Chosun Ilbo lo ha llegado a describir en un editorial como “la mayor tensión que se registra en la península desde que la Guerra de Corea derivase en un cese de fuego”, su programa es bien acogido por los surcoreanos, ahora que Washington parece hacer política internacional a sus expensas y con un notable desdén hacia la opinión de Seúl. Tras sus últimas amenazas contra Pyongyang, el régimen norcoreano anunció su disposición a acelerar su campaña nuclear “poniendo en marcha su nueva política, llamada ‘máxima presión y compromiso'”, mediante la cual pretende “acelerar al máximo su programa para reforzar su disuasión nuclear”.
Corea del Sur es el eslabón más débil de la disputa, y la protección que le ha ofrecido Washington durante décadas comienza a volverse en contra, dados los matices de la nueva Administración de EE.UU., por lo cual algunos analistas consideraron los comicios del 9 como un referéndum en las relaciones entre Seúl y Washington, ahora que Donald Trump, quien ha llegado a exigir a Seúl que pague el sistema antimisiles que ha desplegado en su territorio, parece disfrutar irritando a Pyongyang.
Moon, considerado desde siempre liberal, de centroizquierda, enemigo de las desigualdades, también una fuerte tarea en la confrontación con los chaebols.
En este momento de incertidumbre –el diario Chosun Ilbo lo ha llegado a describir en un editorial como “la mayor tensión que se registra en la Península desde que la Guerra de Corea derivase en un cese de fuego”– su programa es bien acogido por los surcoreanos, ahora que Washington parece hacer política internacional a sus expensas y con un notable desdén hacia la opinión de Seúl. Tras sus últimas amenazas contra Pyongyang, el régimen norcoreano anunció su disposición a acelerar su campaña nuclear “poniendo en marcha su nueva política, llamada ‘máxima presión y compromiso'” mediante la cual pretende “acelerar al máximo su programa para reforzar su disuasión nuclear”.
Corea del Sur es el eslabón más débil de la disputa, y la protección que le ha ofrecido Washington durante décadas comienza a volverse en contra, dados los matices de la nueva Administración de EEUU. Algunos analistas consideran los comicios del 9 como un referéndum en las relaciones entre Corea del Sur y Estados Unidos, ahora que Donald Trump -un pistón libre de la política que ha llegado a exigir a Seúl que pague el sistema antimisiles que ha desplegado en su territorio- parece disfrutar irritando a Pyongyang.
Moon, con un largo historial de militancia en Corea del Sur -líder estudiantil en los años 70, pagó su lucha con la cárcel durante la dictadura de Park Chung-hee, el padre de la presidenta destituida-, ofrece desempolvar una vieja estrategia: la Política Sol, articulada por el antiguo presidente Kim-Dae jung y desarrollada por su antiguo mentor político, Roh Moo-hyen.
Esta es una política de acercamiento al Norte que derivó en conversaciones entre los dos estados hermanos, dos cumbres intercoreanas en Pyongyang (en junio de 2000 y octubre de 2007), iniciativas empresariales conjuntas como el desarrollo turístico del Monte Kumgang e incluso el reencuentro de familiares separados por la Guerra de Corea.
El nombre viene de El Viento y el Sol, una fábula de Esopo cuya moraleja indica que es más eficaz la persuasión que la violencia.
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