Misión cumplida
5 de octubre de 2015
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No valieron multitudinarias protestas, ni la amenaza de seguir perdiendo popularidad: el primer ministro de Japón, Shintaro Abe, logró que el Parlamento diera luz verde definitiva a la controvertida legislación que en el futuro permitirá a las denominadas “fuerzas de autodefensa” participar en misiones de combate en el extranjero.
Es decir, Japón podrá aplicar el derecho a la “autodefensa colectiva” y luchar en conflictos junto con aliados como Estados Unidos, incluso aunque no se haya visto atacado directamente.
Para muchos japoneses esto es una afrenta a la memoria de los centenares de miles de víctimas de los genocidas bombardeos atómicos norteamericanos a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, cuando ya el ejército nipón estaba prácticamente vencido en la Segunda Guerra Mundial.
Para el japonés, tan trabajador y orgulloso de su nacionalidad, es un doble castigo, porque tiene que aceptar una imposición preconizada desde Washington, y una burda violación al artículo 9 de la Constitución, que impedía el uso de la fuerza para resolver conflictos internacionales.
Ello echa más leña al fuego de las diferencias con China y la República Popular Democrática de Corea, además de elevarse los gastos militares, con beneficios para un Estados Unidos que logra la participación de Japón con todas sus características imperialistas en su plenitud.
Por supuesto, esto incluye la formalización de unas fuerzas armadas ofensivas dispuestas a acompañar al imperialismo norteamericano en todas sus aventuras en el mundo.
Hasta el presente, en virtud de tratados bilaterales, Estados Unidos tiene el compromiso de proteger a Japón contra cualquier ataque de potencia extranjera, como “compensación” por la renuncia nipona a la guerra.
Con tal fin, el imperialismo norteamericano tiene en Japón, una fuerza militar de 50 000 soldados, altamente equipada, asentada en bases militares, 32 de ellas ubicadas en las islas de Okinawa, en el extremo sur japonés, donde se concentra el 75% de ese personal militar, que se suman a los enclaves bélicos nipones en esas mismas islas.
Se acaba de cumplir lo que ya se preveía con la asunción de Abe: La modificación de la Constitución “pacifista” de Japón, para que cuente con unas fuerzas armadas que corresponda a sus pretensiones imperialistas.
No solo EE.UU., también Keindaren
Esto también responde a los intereses de los monopolios japoneses, que siempre estuvieron detrás de la causa del rearme y son los principales impulsores del restablecimiento del poderío militar nacional.
Las propuestas de Keidanren, la asociación que reúne a los grandes capitales monopólicos de Japón, apuntaban a ese objetivo. Mientras tanto, las líneas maestras de la actuación de las actuales fuerzas armadas japonesas, establecen una estrecha cooperación con el ejército estadounidense, sirviéndole como complemento en tareas logísticas en el exterior, como en Afganistán e Iraq.
Las Fuerzas de Autodefensa de Japón cuentan con un presupuesto equivalente al 1% del Producto Interno Bruto. Parece poco. Pero si se considera que es la tercera economía más grande del mundo, es un monto significativo en términos absolutos, que asciende a 59 000 millones de dólares, igual o superior al PIB de muchos países dependientes y semicoloniales.
Con una población de cerca de 129 millones de habitantes, cuenta con una fuerza militar de 242 000 personas. Un décimo de las fuerzas armadas chinas y un quinto de las de Corea del Norte, pero mayor al de Gran Bretaña. Teniendo en cuenta que se ha conducido hasta ahora con reserva en relación con el reclutamiento de personal militar, tiene un potencial de ampliación bastante grande.
La Agencia Central de Inteligencia estima que la población japonesa apta para el servicio militar es de 43 millones de personas, de las cuales considera militarmente importantes a 1 200 000, que se podrían unir a un futuro ejército japonés imperialista.
Su fuerza aérea está equipada, entre otros, con aviones de combate F-15 Strike Eagle y F-35 de Lockheed-Martin, de un costo de cercano a los 100 millones de dólares cada uno, y aspira, desde hace varios años a 40 F-22 Raptors , cuya exportación está prohibida y es usada sólo por la fuerza aérea norteamericana. Parece que hay tendencia a aligerar las restricciones para permitir su venta a países aliados.
La fuerza naval de Japón es una de las más importantes del mundo. Cuenta con destroyers, con el avanzado sistema de defensa de misiles balísticos Aegis. Es notable que, del presupuesto militar, se destine aproximadamente el 60% a la marina y a la fuerza aérea, dos fuerzas desplazables fuera de territorio japonés.
Cuenta con un moderno sistema de defensa contra misiles y tres satélites de inteligencia en órbita, en tanto el artículo 9 no le prohíbe contar con armas nucleares, que se pueden considerar como armas “defensivas”.
La preparación y entrenamiento de las fuerzas militares japonesas es de alta calidad y el equipamiento es de lo más avanzado. Cada dos años, tienen ejercicios militares conjuntos con las fuerzas armadas norteamericanas. Sólo necesita la oportunidad de demostrar su capacidad en un campo de batalla.
Parece ser que con el estrechamiento de las relaciones guerreristas con Estados Unidos esa ocasión puede llegar de un momento a otro.
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