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México y Cuba: Luces de la historia durante la visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador

9 de mayo de 2022

Por: Wilkie Delgado Correa

 

“¡Y cuente México también con un hijo en cada cubano!

¡Viva México! ¡Viva Cuba! ¡Viva América!”

 

La visita del presidente López Obrador a Cuba, aunque breve, deja un impacto trascendente a nivel nacional e internacional. El mandatario mexicano fue coherente con una historia de siglos que tuvo a bien relatar en forma enjundiosa, dando realce a la historia y la política revolucionaria en ambos países, indisolublemente ligadas a la de otros pueblos hermanos.

Por eso mismo quiero resaltar en esta singular oportunidad aquellas ideas de las que fueron portadores y defensores nuestros máximos dirigentes en distintos momentos de sus luchas.

López Obrador se refirió en su disertación al papel del cubano Santacilia como acompañante y yerno de Benito Juárez. Y resulta significativo que Carlos Manuel de Céspedes, presidente de la República de Cuba en Armas, se dirigiera en carta del 9 de junio de 1869 al Presidente de México Benito Juárez. En ella expresa:

“Por una comunicación que el ciudadano Pedro Santacilia dirigió al Club Revolucionario Cubano en New York (hoy Junta Central Republicana de Cuba y Puerto Rico) ha llegado a conocimiento de este gobierno, que el gobierno general de esa República de que es usted Excelentísimo muy digno Presidente, ha acordado se reciba la bandera de Cuba en los puertos de la Nación aún cuando no se había hecho todavía una declaración oficial reconociendo a los patriotas cubanos el derecho de beligerantes.

Después el mismo ciudadano Santacilia, con señales de inequívoca efusión patriótica, se sirvió participar al citado club, que el Congreso había autorizado al Ejecutivo para que reconociese la propia beligerancia cuando lo tuviese por conveniente.

Me es altamente satisfactorio que México haya sido la primera Nación de América que hubiese manifestado así sus generosas simpatías a la causa de la independencia y libertad de Cuba. Acorde está con este sentimiento el pueblo cubano y la Cámara de Representantes. No podía esperarse menos del magistrado que ha sacrificado todo al rescate y triunfo de la libertad arrancándola con abnegación y heroísmo de la opresión de los tiranos. No se podía esperar menos, vuelvo a decir, de un hijo ilustre del nuevo mundo que con singular patriotismo ha sabido romper las cadenas conque el antiguo quería tener cautiva la santa independencia de América a despecho de la astucia y del poder del César de Europa, hondamente herido del triunfo glorioso de Méjico. Y tampoco podía esperarse menos de los magnánimos sentimientos de los hijos de Anáhuac.”

El 13 de diciembre de 1870, Céspedes remite otra carta a Benito Juárez. Es hermoso y aleccionador el contenido de la misma que resuma patriotismo y profundo pensamiento latinoamericano.

 “Señor Presidente: Nuestro común amigo, Juan Clemente Zenea, me ha hablado del interés con que Ud. ha seguido nuestra guerra de independencia, y me ha transmitido vuestra recomendación de que debemos confiar en nuestro valor y tener fe y perseverancia. Ud. ciertamente conoce bien cuán terrible es el esfuerzo en que estamos empeñados en asegurar nuestros derechos nacionales y cuán grandes son las dificultades que tenemos que vencer, puesto que Ud. conoce que nuestros enemigos son numerosos y bien disciplinados; que tenemos que pelear en una isla que es muy estrecha; que las costas están vigiladas por una numerosa flota; y que estamos abandonados a nuestros propios recursos, a pesar de estar en el centro de la América independiente. Nuestro pueblo, al menos, buen conocedor de la situación, está pronto al sacrificio de sí mismo o a conquistar la victoria. La guerra que se nos hace es ruda y terrible. Los españoles tratan a los cubanos como ellos trataban a los mexicanos en los días de Hidalgo, Guadalupe y Victoria. Por nuestra parte no estamos dispuestos a violar ningún principio de civilización, hemos contestado siempre a sus inauditas carnicerías simplemente aceptando sus desafíos a muerte. Dejamos al soldado de la que fue nuestra madre patria la responsabilidad ante la historia de todos los ultrajes cometidos. Algunos caballeros mexicanos han venido aquí y han derramado su generosa sangre en nuestro suelo y por nuestra causa, y todo el país ha mostrado su gratitud por su heroica acción. Hemos oído también con gratitud sentida la voz de aquellos que en vuestra república han defendido nuestra causa.

Aprovecho la oportunidad que tengo ahora de dirigirme a Ud. saludándole con todo respeto y transmitiéndole la seguridad que los cubanos, asistidos de afuera o dejados solos en su empeño, alcanzarán su existencia nacional como poder independiente y tendrán siempre ante sus ojos, como modelo la inmortal figura del hombre que supo llevar la bandera mexicana a los límites septentrionales.”

Como señalara el presidente López Obrador, fue José Martí quien durante su estancia en México mantuvo más estrechos vínculos con la causa de esta nación que llegó a amar y defender como su patria. Y así se explica esta hermosa frase del 12 de abril de 1885:

¨Como sale un suspiro de los labios de los desdichados, así se me sale México a cada instante del pensamiento y de la pluma.¨

Y como ha reiterado López Obrador en sus intervenciones anteriores y ahora en la Habana, cree que es hora de terminar con el bloqueo a Cuba y se instaure una nueva política en América. Y es que la realidad que se vive en las Américas desde hace tres siglos, ya había sido previsto por Martí, como revelan estas ideas:

¨Lo veo a V. Unificador en América: —juntando al país en nación, como paso previo para la administración de la libertad! — defendiendo y salvando a México con cautela, y con la larga vista en el alma del Norte a quien no se puede provocar, dándose prisa a hacer a México, uno y respetable, antes de que le pueda caer encima el Norte. Y de esa obra es parte la revolución de Cuba. No sólo es santa por lo que es; sino que es un problema político, para garantizar las Antillas y Estados americanos, antes de que los E.U. condensen en nación agresiva las fuerzas de miseria, rabia y desorden que encontrarán empleo en la tradición de dominarnos.

Esa es nuestra prisa. En política, hay que prever. El genio está en prever.¨

¨¡Oh México querido! ¡Oh México adorado, ve los peligros que te cercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo, que no nació de ti! Por el Norte un vecino avieso se cuaja por el Sur. Tú te ordenarás: tú entenderás; tú te guiarás: yo habré muerto, oh México, por defenderte y amarte, pero si tus manos flaqueasen, y no fueras digno de tu deber continental, yo lloraría, debajo de la tierra, con lágrimas que serían luego vetas de hierro para lanzas, —como un hijo clavado a su ataúd, que ve que un gusano le come a la madre las entrañas.¨

Y como remate estas ideas de Martí son el colofón que ha primado, desgraciadamente, en las relaciones de los Estados Unidos con los países de América Latina y del Caribe. Al respecto sentenció tan tempranamente como el 27 de abril de 1876:

¨La cuestión de México, como la cuestión de Cuba, dependen en gran parte en los Estados Unidos de la imponente y tenaz voluntad de un número no pequeño ni despreciable de afortunados agiotistas, que son los dueños naturales de un país en que todo se sacrifica al logro de una riqueza material.¨

López Obrador señaló en su discurso las coincidencias de fechas históricas en tres siglos. Valdría señalar otras, como el hecho de ese año del centenario del Apóstol José Martí, la llamada generación del Centenario liderada por Fidel Castro asaltó el 26 de julio el Cuartel Moncada, para mantenerlo vivo en la conciencia del pueblo. Por tanto, el año del grito de rebeldía en Cuba coincidió con el grito del niño recién nacido en México de nombre Andrés Manuel López Obrador.

Como dijo Martí en su discurso sobre Heredia el 30 de noviembre de 1889, ¨México es tierra de refugio, donde todo peregrino ha hallado hermano.¨

Y finalmente, en este recuento del pasado remoto y más reciente, vale citar las palabras de Fidel en el acto de amistad cubano-mexicana, celebrado en la Plaza de la Revolución, el 2 de agosto de 1980.

¨Hay en Cuba, con relación a México, una tradición de historia y de amistad que no tiene igual con ningún otro pueblo de América Latina. Nuestras luchas han estado muy vinculadas a las luchas y a la historia de México.

Cuando nuestras guerras independentistas, los patriotas cubanos tuvieron en el pueblo mexicano un amigo, y en el país hermano un hogar. Allí vivió un tiempo nuestro Héroe Nacional, José Martí (APLAUSOS). Allí enriqueció su visión revolucionaria y americana. Martí amó entrañablemente a México, amor que lo acompañó hasta su tumba.

Las generaciones revolucionarias cubanas, después de la instauración de la república mediatizada, tuvieron también estrechos vínculos con México. Recordemos, entre otros, a Mella que, cuando no pudo permanecer en nuestra patria, viajó precisamente a México (APLAUSOS). Recordemos a nuestra generación, que también allí encontró hospitalidad y asilo.

De tal manera se había convertido ya en una tradición la política mexicana y las simpatías de los pueblos latinoamericanos hacia México, que desde hace mucho tiempo, como hasta hoy, probablemente no exista un revolucionario latinoamericano que no se sienta prácticamente con derecho a recibir la hospitalidad mexicana (APLAUSOS). Porque lo ven como patrimonio común del movimiento progresista y revolucionario, lo ven prácticamente como un derecho.

¿Dónde habríamos podido nosotros organizarnos si no hubiese existido México? Allí nos organizamos, de allí partimos. Pero nuestro fuerte sentimiento de amistad y cariño hacia México no se basa solo en la historia pasada, sino también en la historia presente (APLAUSOS).

Después del triunfo de la Revolución, y en aquellos primeros años difíciles, e incluso en los primeros días de alegría, quién podrá olvidar que uno de nuestros primeros visitantes ilustres fue el general Lázaro Cárdenas (APLAUSOS). También recordamos que a raíz de la invasión mercenaria de Girón, en 1961, Lázaro Cárdenas se enroló para venir a combatir junto a nuestro pueblo (APLAUSOS).

En los difíciles años iníciales, cuando se configuró toda la conspiración imperialista contra Cuba y el intento de aislar a Cuba, y no solo de aislarla, sino de destruir a la Revolución, México fue el único Estado que no rompió relaciones con Cuba (APLAUSOS) y se opuso enérgicamente a todos los acuerdos agresivos contra Cuba. Durante muchos años, el único país de este hemisferio —o por lo menos el único país de América Latina y el Caribe, ya que hay que contar entre los países que mantuvieron relaciones con nosotros a Canadá—, repito, el único país de nuestra área que podíamos visitar los cubanos era México, en los días más difíciles del aislamiento y del bloqueo (APLAUSOS).

Las cosas van cambiando, y seguirán cambiando, pero aquel gesto de México no tenemos derecho a olvidarlo jamás (APLAUSOS).¨

También hay que recordar las palabras de Fidel pronunciadas el 10 de octubre de 1955 en el homenaje en Ciudad México a los Niños Héroes de Chapultepec:

”Hago aquí la profesión de fe en América, y la hago con la fe que sentimos en nosotros mismos; la hago con la seguridad de que América va a terminar cansándose, que América ya se está cansando, que América se está hastiando de tanta casta de politiqueros y de traidores y de opresores como está padeciendo, que el pensamiento de Martí y la espada de Bolívar van a volver a centellear en América. Tengo fe en América.”

“Mexicanos y cubanos: reafirmemos la fe, reafirmémosla ahora, cuando la banda de la secretaría de Defensa —que tan brillantemente nos ha inspirado en el día de hoy— entone los himnos cubano y mexicano…. ¡Y cuente México también con un hijo en cada cubano! ¡Viva México! ¡Viva Cuba! ¡Viva América!”

* Doctor en Ciencias Médicas y Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor de Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

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