Matrimonio aislado en la ONU
2 de noviembre de 2018
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Eran las 12 y 21 minutos del mediodía de este jueves 1 de noviembre. La gran pizarra de la sala principal de Naciones Unidas, informaba al mundo el resultado de la votación presentada por Cuba contra el bloqueo de los Estados Unidos.
La jugada estaba cantada. El dúo Estados Unidos-Israel volvería a hacer la ridícula escenificación de quedar solos a la hora de apretar el botón durante la votación.
Solitos una vez más como buen matrimonio que no acierta simpatizar con sus patrañas a una sala llena que vio como 186 representantes de países apretaran el botón verde para apoyar a Cuba y condenar el bloqueo.
Además del matrimonio que votó en rojo, otros dos representantes escogieron el minuto de la votación para ir al baño, para no comprometerse con la condena a Washington. Posición vergonzosa y carente de ética. Pero siempre hay alguna oveja descarreada en un entorno donde las amenazas del promotor y ejecutor de las sanciones contra Cuba, puede afectar hasta una ayuda militar e, incuso, hasta una maniobra militar en el territorio del país en cuestión.
En el caso del voto norteamericano, esta vez fue más vergonzoso aún, por cuanto se intentó hasta última hora vincular la Resolución cubana con 8 enmiendas redactadas por el Departamento de Estado yanqui, que pretendían modificar parte del documento base y desviar la atención o confundir a los estados presentes en la ONU.
El objetivo era claro: continuar el bloqueo y fortalecerlo cada vez más.
Me imagino cómo repercutiría en los oídos de la embajadora norteamericana, Nikki Haley cada martillazo de la presidenta de la Asamblea General que repitió durante ocho oportunidades, el accionar de su mano y la voz firme de “no se aprueba la enmienda”.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, brillante como otras veces, fue enfático en sus denuncias a la política norteamericana que ha causado muertes, limitación de medicamentos e instrumentos de salud y otras muchas carencias por la absurda arrogancia del imperio.
A destacar los discursos, breves pero convincentes, de los representantes de países africanos, latinoamericanos, caribeños, europeos, asiáticos, en fin, de todo el mundo.
Muchos recordaron a Estados Unidos el valor mayor de una Isla bloqueada por el país más rico del mundo y que, sin embargo, sea ejemplo de solidaridad internacional y de apoyo a naciones pobres.
También se habló del ejemplo cubano en la formación de recursos humanos, en el desarrollo científico y la producción de vacunas únicas que ya ayudan a salvar vidas o a mejorar enfermedades.
Mención aparte y final para la representación de Israel, que otra vez obedeció a las órdenes del amo y se alineó con el voto contrario a la Resolución cubana.
Israel paga, de esta manera, los grandes favores de Washington: más de 3 000 millones de dólares en armas cada año; reconocimiento estadunidense hasta mudando su embajada a Jerusalén, acción que ha merecido el repudio de la comunidad internacional toda pero que el nuevo magnate multimillonario que preside la Casa Blanca hizo oídos sordos; y el no permitir con su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, que se condene a ninguna de las sistemáticas acciones genocidas israelíes contra la población palestina.
En fin, se trata de un matrimonio aislado del mundo, pero comprometido ciento por ciento, con las guerras, las amenazas a países vecinos y que, de común acuerdo llegaron hasta romper el Acuerdo Nuclear logrado con Irán y que Donald Trump echó por a borda como ha hecho con otros tratados, acuerdos y resoluciones.
Cuba, otra vez más, vivió este jueves una victoria propia de su dignidad, su resistencia, su solidaridad y su valentía de enfrentarse y vencer al imperio en cada acción que trate de doblegarnos.
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