Más leña al fuego
12 de enero de 2018
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Mientras el Papa Francisco, en su mensaje de fin de año, hacía desde Roma un llamado al cese de la carrera armamentista, el tráfico desmedido de armas y la fabricación incontenible de armamentos, funcionarios estadounidenses que –según las agencias noticiosas–, “pidieron guardar el anonimato” anunciaron que la Administración Trump se propone lanzar a partir del venidero febrero una verdadera ofensiva armamentista.
De acuerdo con lo expresado por estos anónimos funcionarios, aparentemente del Departamento de Estado y tal como fue recogido por la prensa, el gobierno imperialista considera insuficiente las exportaciones de armamento realizadas hasta ahora por el complejo militar-industrial y se dispone a impulsarlas, incorporándolas como una de las tareas principales de la diplomacia de Estados Unidos en el futuro.
Por tanto, las representaciones estadounidenses en el exterior asumirán, en la práctica, el papel de agencias exportadoras de armamentos y deberán desarrollar un activo papel promocional en este sentido, para complacencia de los grandes consorcios como Boeing, Lockheed y otros como la Asociación Nacional del Rifle, que no es ajena a los trajines armamentistas y, como se sabe, fue un puntal de la campaña electoral de Donald Trump.
Estados Unidos es el primer fabricante y exportador de armamentos de todo tipo en el mundo actual, pero su gobierno entiende que aún no ha llegado al máximo de las posibilidades, siendo necesario continuar la utilización de este comercio como instrumento de influencia política o desestabilización de gobiernos incómodos.
Todo cabe bajo la consigna “American first”, las supuestas rivalidades comerciales con otros fabricantes y exportadores –algunos de ellos aliados de Estados Unidos en el seno de la OTAN– no son más que hipócritas pretext6os para encubrir los verdaderos objetivos, en que el interés financiero o comercial se combina con los inalterables propósitos imperiales de dominación política y económica.
Cuando proliferan los conflictos armados regionales de diferente carácter y no cesan las amenazas de algún estallido que pudiera tener connotaciones nucleares –denunciados con alarma por el secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres–, Washington anuncia con entusiasmo e irresponsabilidad su nuevo “plan de ventas”, donde sus vecinos, socios y aliados aparecen como potenciales compradores.
La historia enseña que echar más leña al fuego de la guerra es siempre peligroso y conduce a las más terribles consecuencias de las cuales ni los imperios han quedado a salvo.
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