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Malsana competencia

10 de noviembre de 2017

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Pienso que hoy día al Imperio le causaría dudas decidir sobre qué ente le ofrece mejor respaldo, el sionista israelí o el takhfiri saudita, aunque al primero le da mucho dinero y del segundo recibe mucho más.

El primer viaje de Trump, en vez de a Canadá o México, como acostumbran a hacer los mandatarios norteamericanos, fue a Arabia Saudita porque es un negociante de armas en primer lugar, y Riad es un magnífico comprador.

Ahora el interés de Washington es el estrechamiento de los lazos con las autoridades del reino, consolidadas luego de haber eliminado obstáculos internos que se oponían a su genocida política contra Yemen y el bloqueo a Catar, ambos considerados, de diferente manera, aliados de Irán, que Riad estima es su principal enemigo.

Durante el viaje fueron suscritos acuerdos en diferentes campos y el mandatario estadounidense recompensó a sus anfitriones con un paquete de armamento por 110 000 millones de dólares con el que se pretende fortalecer la “seguridad” (agresividad) saudita. El volumen de los acuerdos era tan significativo que Trump dijo: “Fue un día formidable, enormes inversiones en Estados Unidos”.

Además del campo económico, Trump anunció un relativo apoyo a la invasión saudita en Yemen, sin olvidar a Irán, calificándolo como el eje principal de propagación del terrorismo en la región. Todo dicho para satisfacer a su aliado árabe en la región de Oriente Medio.

Pero luego de la marcha del mandatario norteamericano comenzaron los ajustes de cuenta en las altas esferas de la realeza, cuando Mohamed Bin Salman desbancó como heredero a su primo el príncipe Mohamed Bin Nayef.

Trascendieron numerosos casos de corrupción y secretos que sólo alguien de dentro del sistema puede conocer, y poco después se conoció la desaparición y presunto secuestro de tres de cuatro conocidos príncipes disidentes exiliados en Europa, entre ellos Sultán Bin Turki, marido de una hija del fallecido rey Abdala, y Turki Bin Bandar, un alto responsable policial.

Ya en septiembre pasado, una treintena de intelectuales, periodistas y clérigos fueron detenidos. Dado que entre ellos había desde liberales hasta ultraconservadores, su sólo vínculo era la oposición a la gestión del heredero, la guerra de Yemen y la crisis con Qatar.

El príncipe heredero de Arabia Saudita acusó a Irán de realizar una “agresión militar directa” a través de los rebeldes yemenitas, y afirmó que la entrega de misiles a los rebeldes huties de Yemen “podría ser considerado como un acto de guerra contra el reino”.

En todo esto juega el papel que EE.UU. tiene asignado a Arabia Saudita, luego de haberlo utilizado, y utiliza, para impedir la, paz en Siria. Pero todo esto amerita de un próximo y mayor comentario analítico.

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