Lula vuelve a las calles
15 de noviembre de 2019
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Indudablemente que la situación brasileña entra en una nueva etapa. La salida de prisión de Lula, el líder más popular y respetado de ese pueblo, avizora posibilidades de movilización y denuncia como nunca antes desde que Bolsonaro y su pandilla fascista se instaló en Planalto.
Cualesquiera que sean a partir de ahora las derivaciones de las causas pendientes contra Lula, e incluso su sentencia de varios años de cárcel, todo empieza a moverse de nuevo a favor del ex presidente, que ya anunció un recorrido por el país.
Acompañada por el rápido deterioro social y económico que había comenzado desde la destitución de Dilma Roussef, la presencia de Lula en las diferentes y lejanas ciudades y regiones de ese inmenso país será un acontecimiento que presidirá la vida política brasileña en los próximos meses.
Tal perspectiva aterroriza a Bolsonaro y sus pandilleros, a los que no puede subestimarse pues son capaces de llegar a los extremos más criminales, como hicieron con la concejal Mirelle Franco, a la que odiaban y temían.
Lula está consciente de los peligros y los enfrenta con serenidad y dignidad, como lo hizo durante año y medio desde la prisión de Curitiba, y sabe que eso forma parte de la lucha que comenzó hace seis décadas a lo largo de los cuales vivió momentos de felicidad para su pueblo y también momentos difíciles y riesgosos.
Desde sus días de líder sindical metalúrgico en Sao Paulo, pasando por cuatro aspiraciones presidenciales consecutivas, -dos de ellas victoriosas,- es un hombre experimentado y lo suficientemente hábil y juicioso como para convertir4se en una sombra acusadora viviente para el régimen de Bolsonaro.
Los grandes medios monopólicos de comunicación harán, por supuesto, todo lo posible por acallar, confundir o tergiversar el desarrollo de esta campaña, su significado y la participación seguramente masiva del pueblo, que la convertirá en un vehículo para rechazar al fascismo.
Lula de regreso a las calles representa una señal de aliento y de estímulo a la combatividad de las masas brasileñas en un momento en que la insurgencia popular se hace sentir en otros países de Sudamérica.
En Argentina lo hizo electoralmente y condujo al triunfo del dúo Fernández-Fernández; en Ecuador y Chile se volcaron contra el neoliberalismo y la desigualdad; en Bolivia lo están haciendo en defensa de la Constitución, de la legalidad y la justicia social, contra el racismo y el golpismo.
En ese escenario, la figura de Lula se proyecta dentro y fuera de Brasil, se agiganta y avanza.
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