Lula: ¿Un Mandela latinoamericano?
11 de abril de 2019
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El secuestro del ex presidente y máximo líder popular brasileño Luiz Inazio Lula da Silva ha cumplido un año. Permanece en los calabozos de la jefatura de policía de Curitiba desde que fue sancionado en dos ocasiones a penas que sumaron doce años de prisión bajo falsas acusaciones de corrupción (adquisición ilícita de una vivienda) sin que se haya podido presentar ni una sola prueba que avale tal acusación.
Por tanto, guarda perfecta lógica y veracidad calificar su detención como un verdadero secuestro, cuyos responsables son los diversos jueces que lo juzgaron o revisaron las apelaciones presentadas a su favor y en particular el actual ministro de justicia del régimen Bolsonaro, Sergio Moro, quién fungió como juez inicial de la causa fabricada arbitrariamente y sin evidencias.
Sin embargo, más allá de las individualidades utilizadas para llevar a cabo este crimen de lesa humanidad, violatorio a todas luces de la propia ley brasileña, se hayan los responsables exactos y mayores interesados en que se elimine a Lula definitivamente de la vida política brasileña: la más rancia oligarquía local y el gobierno imperialista de Estados Unidos.
A ambas instancias sirve el errático régimen Bolsonaro y es de presumir que, en cumplimiento de tales servicios, se empeña en mantener secuestrado a Lula y seguir sometiéndolo a vejámenes y humillaciones, buscando rebajar su proyección pública y arrojándolo al olvido.
Sin embargo, es en este sentido donde ya Bolsonaro y Trump han cosechado el más estrepitoso fracaso. La figura de Lula, muy lejos de decrecer, se agiganta y crece tanto nacional como regional y mundialmente. La solidaridad organizada se multiplica en Brasil y fuera de sus fronteras, tal como pudo comprobarse en el primer aniversario de su prisión.
Ni el fascista Bolsonaro ni su mentor Trump podrán hablar con la más mínima autoridad moral sobre derechos humanos mientras mantengan a Lula –a quien temen y ante cuyo liderazgo tiemblan– injustamente tras las rejas.
Lula es ya un Mandela latinoamericano en cuanto a la solidaridad mundial que despierta su encierro y son numerosas las instituciones y organizaciones de diverso signo las que se pronuncian por su liberación en todo el mundo. “Lula libre” es ya una consigna universal indetenible, como fue en sus tiempos la campaña por la libertad de Nelson Mandela.
Pero junto al apoyo internacional está la demanda sostenida del pueblo brasileño en las calles, como acaba de demostrarse, que confirma su condición de líder más importante y querido por parte de las masas trabajadoras, los campesinos, los estudiantes, los intelectuales y artistas y las mujeres de Brasil, más allá de cualquier filiación partidista o sectorial.
Lula, por su parte, sigue firme, consecuente y desafiante en su inocencia. Desde su celda en Curitiba ha dicho: “Sé que aún tengo una misión importante que cumplir en este momento en que la democracia, la soberanía nacional y los derechos del pueblo brasileña son amenazados por intereses económicos y políticos poderosos, incluso de potencias extranjeras.
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