Los últimos coletazos
13 de enero de 2021
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Exacerbar conflictos y «brindar» ayuda militar para amenazar a naciones vecinas, es una práctica muy recurrida por el Pentágono estadounidense, y parte de la retórica de la administración Trump, que da sus últimos coletazos, con el vicio de desestabilizar —aun más— a un mundo que trata de sobrevivir a una pandemia que ha le ha quitado la vida a casi dos millones de personas.
En nuestra región, Trump ha enviado a Guyana al jefe del Comando Sur, comandante almirante Craig Faller, a la vez que exhibe modernos medios de guerra en ejercicios conjuntos con la nación sudamericana, en pleno desafío a la vecina Venezuela, que ha alertado del peligro implícito de esta última acción de Washington.
El momento escogido no pudo ser peor. Alentado por la administración estadounidense, el gobierno guyanés mantiene una disputa territorial con Venezuela por la zona del Esequibo.
En días pasados, la nación bolivariana había rechazado la decisión de la Corte Internacional de Justicia, que se había declarado competente para atender la demanda interpuesta por Guyana, en relación con esa zona limítrofe, de 159 000 kilómetros cuadrados, al oeste del río Esequibo.
El gobierno de Caracas ratificó la vigencia del Acuerdo de Ginebra, de 1966, como única norma legal bilateral para dirimir la disputa de manera civilizada y sin injerencia externa.
Al respecto el gobierno venezolano aseguró que continuará su reclamo en defensa de la integridad territorial, para lo que propuso conversaciones amistosas con la parte guyanesa.
La víspera, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, alertó en cuanto a que las actuales maniobras militares de Estados Unidos y Guyana tienen la pretensión de apuntalar el supuesto derecho territorial guyanés sobre el Esequibo.
La presencia de militares y medios de guerra estadounidenses en Guyana son observados de manera permanente por cuanto en los días finales del gobierno de Trump, no se descarta cualquier acción ofensiva contra Caracas o de apoyo a mercenarios que operan desde la vecina Colombia.
En un comunicado en Twitter, el jefe del Comando Sur, escribió que «el Departamento de Defensa de Estados Unidos y el jefe de personal de la Fuerza de Defensa de Guyana, firmaron un acuerdo de adquisición y servicios cruzados».
El propio mensaje señala a Guyana como «un socio de seguridad clave en los esfuerzos para contrarrestar las organizaciones criminales transnacionales».
La referencia en cuestión está dirigida contra Venezuela, país al que Washington acusa de practicar el narco terrorismo, cuando en realidad es Estados Unidos quien estimula esas acciones ilegales, organiza bandas terroristas y propicia agresiones directas o a través de sus seguidores en el gobierno de Colombia.
Resulta lamentable que una nación latinoamericana, como lo es Guyana, acepte una alianza militar con Estados Unidos, cuyo único interés es el de fracturar la unión de los países de América Latina y el Caribe, y, de paso, apoderarse de los grandes recursos petroleros de la zona en diferendo.
Es este, uno más de los últimos coletazos de la administración Trump, ahora concentrada en minar toda posible solución a través del diálogo entre países, gobiernos y regiones del planeta.
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