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Los tiempos cambian, pero…

16 de julio de 2013

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Tal como sucedía en las repúblicas bananeras centroamericanas, en República Dominicana, Haití y en la Cuba de antes del triunfo de la Revolución, bastaba que la situación se caldeara o amenazara salirse de control para que buques de guerra norteamericanos llegaran a cualquiera de sus costas y, con presencia o no en el terreno, hacían que sus marionetas sacaran fuera del juego a quienes les discutiera el poder.

La repetición de esta escena, en diferente medida, porque los tiempos cambian, acaba de suceder en Egipto, con una flota

de guerra norteamericana alerta para impedir que la situación se le escape de las manos a los militares que siempre han maneado y apoyado, salvo cuando se enfrentaban a su principal socio en la región, Israel.

Pero hace más de un año, el pueblo egipcio salió a las calles e hizo renunciar al dictador Hosni Mubarak, con unas fuerzas armadas que se replegaron en su momento ante la incontenible ola de indignados manifestantes, que desafiaron todo tipo de agresiones y bañaron con su  sangre las principales plazas de El Cairo, la capital, y otras ciudades.

Ni Estados Unidos ni el siempre atento Israel pudieron evitar la caída de Mubarak y la puesta en peligro del poder de los altos mandos militares, quienes lograron maniobrar, vestir un ropaje demócrata y convocar a elecciones presidenciales por primera vez en la historia del país.

No pudieron evitar que perdiera su candidato ante el más votado Mohamed Mursi -de la generalmente perseguida organización de los Hermanos Musulmanes-, quien logró asumir el poder en junio del 2012.

Solo un año después fue derrocado por variadas razones, entre ellas la eliminación de algún poder del bloque castrense, y por copar el gabinete y otros cargos de dirección con personas de su creencia, con el peligro de islamizar una nación donde, además, conviven laicos, cristianos, etcétera, quienes también habían contribuido al derrocamiento del anterior régimen.

Al mismo tiempo, hizo cambios en la Constitución para beneficiar a sus partidarios, y, por supuesto, se convirtió en un adversario tan molesto para Estados Unidos que el Fondo Monetario Internacional le negó una ayuda de más de 4 000 millones de dólares y Washington  la acostumbrada anual de 1 500 millones, 1 300 de ellos para el renglón militar.

En política exterior, cometió algunas veleidades y pifias sin tener aún un fuerte basamento, como amenazar con romper el Tratado con Israel de 1973, con la bendición de Washington; y romper relaciones con Siria y apoyar a grupos de los Hermanos Musulmanes que combatían contre el legítimo gobierno de Damasco

Los hechos posteriores tras el golpe son de sobras conocidos, aunque no que la parte del pueblo que demandaba la renuncia de Mursi, como la que ahora pide su reposición, ha sido víctima de falsas organizaciones no gubernamentales que colaboraron con los golpistas, así como de otros entes que partían supuestamente de posiciones progresistas para aumentar el caos económico en esta nación tan heterogénea de 84 millones de habitantes.

Ante la intensificación de los choques entre partidarios y opositores de Mursi, Rusia e Irán alertaron separadamente ante el peligro de una guerra civil en Egipto, tan fuerte como la agresión armada de terroristas y mercenarios que tienen lugar en Siria. El ejército dice asumir una postura neutral, que no tomaría indefinidamente el poder y  llamaría a nuevas elecciones presidenciales, desconociendo la fuerte demanda de reponer al mandatario que derrocó y que le había cortado las prerrogativas que tenía durante la dictadura de Hosni Mubarak.

Porque hasta ese momento contaba con una gran impunidad, al disponer de una mayor autoridad para aplicar la ley, lo que conducía a  torturar a manifestantes detenidos y el uso excesivo de fuerza letal para dispersar las demostraciones.

Confiar en este Ejército no es fácil, como tampoco en que el pueblo egipcio reciba la justicia social que tanto merece. Y menos cuando la Marina de Estados Unidos se hace presente para mantener el orden que conviene al Imperio.

 

 

 

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