Los Nadies
20 de febrero de 2021
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Título recurrente para expresar lo que significa para el gobierno, el sistema judicial, los latifundistas, los narcotraficantes e indolentes los miles de asesinatos que se cometen impunemente contra líderes, activistas, ex combatientes y sus familiares en Colombia.
Para los culpables son simplemente metas a cumplir, preparado tan cuidadosamente como lo hace el sionismo contra los palestinos, con las inteligencias local y norteamericana empeñadas en llevar a la nada todo lo que se oponga al establishment fabricado y sostenido por el Imperio en el mayor productor y exportador de cocaína en el mundo.
Atrás queda la Colombia de las esmeraldas, las flores, el café, el vallenato, la del niño que nace con un libro debajo del brazo y la del Acuerdo de Paz firmado por el anterior gobierno y la guerrilla más masiva hace cinco años en La Habana, convertido en espantapájaros de un régimen que no es fascista -porque la fascia es sostenida por una ideología aberrante-, pero sí cruel, torpe y taimado al unísono, con sus mejores amigos en la mafia gusanera que hiede en Miami.
Los asesinados se convierten en simples estadísticas, siempre incompletas, porque aún quedan fosas comunes por hallar.
Son Los Nadie, como titulara uno de sus poemas el fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano, que habla de “los ningunos, los ninguneados”, aquellos “que no tienen nombre, sino número… que cuestan menos que la bala que los mata”.
Con Duque se están rompiendo los records negativos de asesinatos que, repito, no significan nada para el gobierno, ni para las autoridades judiciales, ni para los indolentes que no se inmutan ante el perverso sacrificio diario de estos hombres y mujeres.
Las regiones apartadas de la capital son los principales escenarios de las muertes violentas, que en los últimos afecta a la población indígenas, campesinos sin tierras, homosexuales, etc.
Realmente, nunca se ha tenido en cuenta por el gobernó la búsqueda real de cumplir el Acuerdo de La Habana, porque no se prioriza la búsqueda de la paz, no se dimensiona la valía del liderazgo social y de los defensores de los derechos humanos en los territorios
Aunque las anteriores autoridades gubernamentales y la actual han dicho que la paz debe hacerse desde y para las regiones, por muy remotas que sean, la realdad es otra, porque las organizaciones sociales y las comunidades no son protegidas ni respetadas.
Una investigación de la entidad Somos Defensores, apoyada por las embajadas de Canadá y Noruega y la organización no gubernamental Diakonia Suecia, afirma que las autoridades desprecian a los activistas de las regiones, y les da igual” tenerlos vivos o muertos”.
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