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Los entretelones del caso Petro

17 de enero de 2014

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A medida que viene desarrollándose desde el pasado 9 de octubre el caso de la destitución del Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro, van apareciendo los entretelones, o sea, las verdaderas razones que  motivaron al Procurador General Alejandro Ordoñez a proceder a adoptar la drástica medida que conllevaba, además, la inhabilitación política de Petro por un plazo de 15 años.

Como ya se conoce, el tribunal administrativo de Cundinamarca, -el departamento donde se encuentra enclavada la capital,- acaba de dejar sin efecto temporalmente la controvertida decisión del Procurador, quién había ratificado su propio fallo poniendo el tema en manos del Presidente de la República, quién antes del 2 de febrero debía haber nombrado a un nuevo Alcalde.

De este modo, hubiera quedado anulada la convocatoria a referéndum convocados por el Registro Nacional del Estado Civil para el 2 de marzo, a solicitud de Petro y sus abogados, donde supuestamente el electorado bogotano debía pronunciarse libremente acerca de la destitución o no del Alcalde mayor y que, en las nuevas circunstancias, Petro insiste en que debe celebrarse de todas maneras a fin de contar con un veredicto popular.

Simultáneamente, sigue su curso la demanda presentada por el destituido ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos cuyo próximo fallo, aunque no tiene carácter vinculante, serviría para reforzar la legalidad de la posición del Alcalde electo frente a la ilegalidad de la medida dictada arbitrariamente por un funcionario designado, sin facultades para ejecutar tal remoción.

Lo cierto es que el Alcalde destituido ha llamado a masivas y sucesivas concentraciones populares, ante las cuales ha empleado un lenguaje firme pero inteligente, llamando a defender la ley sin violencia y poniendo en evidencia la ilegalidad de la destitución que tiene un fondo oscuro y turbio, encaminada a proteger los intereses de un empresario afín al ex presidente Alvaro Uribe, quien controlaba el jugoso negocio de la recogida de basura en la capital.

Mientras más transcurren los días, más se evidencia la conjura montada contra el alcalde Petro, cuya verdadera intención parece ser eliminarlo de la vida política activa, por cuanto, -según apuntan medios de prensa y factores políticos,- se convierte en un eventual aspirante a la candidatura presidencial con agenda propia y un matiz progresista que pudiera incidir de algún modo en los venideros comicios.

Es necesario, por tanto, no solo sacar a Petro de la alcaldía sino también hacerlo de cualquier actividad política donde puede recoger el saldo de su popularidad que viene acumulando desde sus tiempos de guerrillero del M19 y legislador, desde el momento en que su organización aceptó las negociaciones de paz que, en su momento, la llevaron a la vía pacífica y electoral.

En la coyuntura que vive Colombia, resulta lógico que el sonado caso de la destitución de Petro envíe mensajes en varios sentidos y tenga las más diversas interpretaciones. Sus posibles consecuencias son observadas atentamente.

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