Los Derechos del Niño en EE.UU.
9 de octubre de 2015
|En pleno Siglo XXI son los Derechos Humanos el tema recurrente de primer orden para que los gobiernos norteamericanos quieran imponer su modelo al mundo. Condenas, bloqueos y hasta guerras e invasiones se hacen en nombre del irrespeto a los citados derechos, siempre bajo la óptica de la potencia del Norte.
Pero, de lo que poco o nada hablan o escriben los grandes medios de comunicación al servicio de Washington, es del insólito hecho de que Estados Unidos es el único país del mundo que no se ha adherido a la Convención de la ONU sobre Derechos del Niño, el principal derecho dentro de todos los existentes.
Hasta hace muy poco tiempo Somalia compartía esta nefasta lista, pero ya el país africano lo ha firmado, dejando a Estados Unidos en solitario.
A nivel político se muestra al mundo que este tratado, como otros, debe ser cumplido por los demás países, pero no por Washington porque “podrían generar obligaciones internacional no deseadas”.
Mientras, la comunidad internacional y hasta dentro de los propios Estados Unidos, muchas personas no pueden entender el por qué los gobiernos de turno no han adoptado el más humanitario de todos los tratados de derechos humanos que busca proteger los el bienestar de los niños y las niñas vulnerables, comenta un despacho de IPS.
Algunos ejemplos de la situación interna en que viven millones de niños norteamericanos pueden ilustrar la incongruencia política de que, siendo el país más rico del mundo, uno de cada seis menores de edad viva en la pobreza.
Otra muestra, terrible por demás: cómo es posible que las leyes norteamericanas acepten como legítimo que los menores puedan portar armas o que sufran las consecuencias del uso masivo de armas de fuego que causan la muerte a un niño cada tres horas, como promedio.
Según la propia agencia IPS, en importantes indicadores sociales, los niños estadounidenses están rezagados con respecto a los países más industrializados. En esa liga, Estados Unidos ocupa los últimos lugares con respecto a la pobreza infantil relativa, la brecha entre ricos y pobres, partos de madres adolescentes, bajo peso al nacer, niños víctimas de la violencia armada y el número de menores de edad en la cárcel.
El citado comentario se refiere a que la renuencia a ratificar la Convención de la ONU sobre Derechos del Niño parece ser parte de un fenómeno más amplio de “excepcionalismo estadounidense”. Este sostiene que el resto del mundo está obligado por los tratados y convenciones de derechos humanos, pero Estados Unidos no tiene por qué sumarse.
¿Qué contenido se recoge en dicha Convención? En primer lugar reconoce el derecho de todo niño y niña al máximo desarrollo físico, mental y social, a la protección contra el abuso, la discriminación, la explotación y la violencia, a la expresión de sus opiniones y a la participación en las decisiones que afectan a su futuro.
El grado de prepotencia norteamericana es tal que quienes se oponen a la rúbrica del Tratado argumentan que impondría todo tipo de obligaciones internacionales terribles, que serían perjudiciales para su país, sus niños y sus familias, como la posible interferencia de la ONU que pondría en peligro la soberanía nacional y minaría la Constitución, o que debilitaría a la familia estadounidense y el papel de los padres en la educación de sus hijos.
Vale recordar que cuando Barack Obama era candidato a la presidencia en el año 2008 calificó de “vergüenza” que su nación compartiera entonces con Somalia la lista de los dos países que no habían ratificado la Convención de la ONU sobre Derechos del Niño.
De igual forma el mandatario se comprometió a analizar el tema de manera que su estado reanudara su liderazgo mundial en materia de derechos humanos.
¿Qué ha pasado después?
Nada para mejor, todo para peor. Desde entonces hasta hoy son decenas los hechos vinculados con armas de fuego que ciegan la vida de menores. Es evidente el irrespeto al principal derecho humano del país más rico, donde millones de niños sufren pobreza y hasta desnutrición. Y, además, las guerras emprendidas por el Pentágono bajo el paragua de la defensa de los derechos humanos, han acabado con la vida de millones de personas y destruido a varios países, y no han resuelto el tema de la paz y la tranquilidad.
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