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Lo que Alí no pudo conocer

3 de agosto de 2015

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Fue muy poco el tiempo de vida que tuvo Alí Dawabsheh, el niño palestino quemado vivo el fin de semana, como para poder conocer cuánto horror se encierra en el Estado sionista de Israel, cuyo propósito es extinguir a la población árabe y abolir la esperanza de una posible Palestina libre e independiente.
Los 18 meses de vida que tuvo Alí, no le dieron tiempo para comprender el porqué ellos no podían vivir libres y felices en aquel pedazo de tierra de Cisjordania que, según la historia, les pertenece por completo.
No tuvo tiempo el menor de aprender en una escuela el cambio de rumbo que tuvo su Patria cuando llegaron allí —gracias a una resolución de la ONU— los primeros judíos sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial. Los que pudieron escapar del exterminio nazi. Los que no fueron quemados vivos en los campos de concentración nazis en la Polonia ocupada y otros países de Europa.
Alí apenas terminaba de dar sus primeros pasos cuando el horror de bombas lanzadas por colonos judíos, quemó su casa y con ella su cuerpecito frágil que le impidió escapar de las llamas.
Junto a él, su mamá, su papá y su hermanito de solo 4 años, también sufrieron de las quemaduras. Los últimos tres sobrevivieron pero con sus cuerpos quemados entre el 80% y el 90%.
El menor Alí ya nunca podrá preguntarse el por qué él como otros millones de palestinos deben vivir como parias en su propia Patria.
No tuvo tiempo para encontrar la razón por la que en la propia Cisjordania ocupada donde vivía, Israel había construido un muro para cercenar la utopía de que Palestina pudiera ser un Estado con los mismos derechos y deberes de los otros casi 200 que componen la comunidad internacional.
¿Cómo podría entender un menor de solo 18 meses que aquellas bombas y otros medios bélicos usados por el ejército israelí contra el pueblo palestino, constituyen parte de la ayuda militar de 3 000 millones de dólares anuales que Washington le suministra al Estado sionista?
Los autores del crimen de quemar su casa y con ella los sueños de un niño apenas llegado a la vida, son los mismos colonos judíos a los que no les basta con apoderarse de territorios y construir gigantescas colonias en tierras que les son ajenas.
¿Qué perspectiva puede tener un plan de paz o la posible existencia del Estado palestino junto al de Israel, en medio de tantos crímenes cometidos a diario por colonos judíos o por fuerzas militares israelíes?
¿Quién puede confiar en el primer ministro sionista, Benjamín Netanyahu, cuando decidió derribar dos edificios en Beit El, Cisjordania ocupada, y construir en el lugar 300 nuevos asentamientos para judíos?
El tema de los asaltos sionistas a la población árabe ya suma 112 agresiones en lo que va del año 2015, según la ONU.
La muerte de Alí, forma parte de un interminable listado de crímenes. Iman Hajo, una niña de solo cuatro meses fue asesinada en el 2001 y otro menor, Muhammed al Durra, murió abrazado a su padre en el año 2000 cuando las fuerzas militares israelíes abrieron fuego contra ellos.
También se conoce, gracias a revelaciones del Comité Israelí contra la Tortura, que más de 300 niños palestinos están presos en cárceles sionistas donde se les tortura, son mantenidos en jaulas a la intemperie incluso en pleno invierno, y hasta mueren debido al mal trato que reciben.
Alí Dawabsheh, con sus 18 meses de nacido, engrosó con su cruel muerte, la larga lista de quienes, sin lugar a dudas, son víctimas de la peor masacre humana en los tiempos modernos.
Alí ni siquiera pudo soñar con una Palestina libre, porque su corta edad no le permitía saber todo el horror de quienes pretenden exterminarlos.

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