Las armas y el Discurso a la Unión
14 de enero de 2016
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Barack Obama, en su octavo y último discurso ante la Unión, como presidente de los Estados Unidos, hizo mención a un sensible problema que afecta a la sociedad toda en ese país: la violencia y el uso masivo de armas por la población.
Llamó a “proteger a nuestros hijos de la violencia con armas de fuego” y a “rechazar cualquier política que ataque a las personas por motivos de raza o religión”.
Recordó las palabras del Papa Francisco, quien, ante el propio Congreso donde ahora hablaba Obama, dijo que “imitar el odio y la violencia de los tiranos y los asesinos es la mejor forma de ocupar su puesto”.
Al respecto el mandatario norteamericano comentó que “cuando los políticos insultan a los musulmanes, cuando se vandaliza una mezquita, o cuando se acosa a un niño, eso no nos hace más seguros… Sencillamente está mal. Nos debilita ante el resto del mundo. Hace que nuestros objetivos sean más difíciles de alcanzar. Y traiciona a quiénes somos como país”.
El tema nos hace recurrir a despachos de la prensa internacional donde se asegura que Estados Unidos padece una crisis de violencia por armas de fuego de una magnitud inusitada en los países desarrollados. Y aunque los casos de enorme escala son los más notorios –como los ataques a iglesias o universidades– y han acaparado los reflectores de los medios y conmocionado a la opinión pública, en realidad las muertes, las lesiones, los daños materiales y el desasosiego social que producen cada día la multitud de tiroteos y balaceras en el país son signo de que el problema va más allá de casos de individuos descarriados o mentalmente trastornados, que por alguna razón deciden cometer atentados contra inocentes.
El portal digital Mass Shooting Tracker, señala que hasta finales de octubre del pasado año 2015, se habían contabilizado al menos 312 tiroteos masivos en Estados Unidos, que habían provocado 384 muertos y 1 162 heridos.
Aclara que estas cifras solo reflejan aquellos incidentes considerados “masivos”. La violencia en el país en general es aún más grande y punzante.
Por su parte, la web Gun Violence Archive calcula que en 2015 se habían registrado 43 448 incidentes violentos con armas de fuego (homicidios, ataques, suicidios, accidentes), en los que han perecido 10 949 personas y 22 257 han resultado heridas.
Lo más alarmante es que de ese total, 2 770 menores de edad han resultado muertos o heridos y 23 de esos tiroteos se han registrado en centros universitarios y 52 en general en instituciones educativas, de acuerdo con informaciones aparecidas en la revista Time.
La agencia AP, por su parte, refiere que parte del problema de la violencia por armas de fuego en la nación norteña tiene que ver con la relativa facilidad para poseerlas y portarlas de modo legal, posibilidades que se fundamentan en el texto de la Segunda Enmienda Constitucional.
Concluye la citada agencia de prensa que hay una cultura de las armas profundamente enraizada en los estadounidenses, y ello ha propiciado una proliferación de armamento entre civiles y regulaciones mucho menores que las legisladas en cualquier otro país desarrollado. Existe, también, una industria pujante que mueve muchos millones de dólares al año. En ese sentido, la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) ha sido por décadas un grupo de presión política que ha logrado, a través de un intenso lobby, frenar iniciativas en el Congreso orientadas a un mayor control sobre las armas de fuego.
El tema, como vemos, es tan complicado que ni el propio presidente ha podido enfrentarlo en toda su dimensión. Más, cuando Obama, en su discurso ante la Unión, hablaba a un Congreso de mayoría republicana, muy interesado en dejar solo en promesas los planes del mandatario y hacerle su último año en la Casa Blanca, lo más hostil posible y sin avances que trasciendan en este y otros temas de los abordados durante este principio de año.
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