La zona de paz en acción
25 de septiembre de 2015
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La proclamación de América Latina y el Caribe como zona de paz –trascendental y sin precedente decisión adoptada por la recién creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en su cumbre de La Habana en enero de 2014–, ha podido mostrar rápidamente en la práctica su necesidad, utilidad y justeza.
De este modo, la región latinoamericana y caribeña dio un salto adelante que muchos no esperaban, algunos jamás soñaron y otros nunca desearon, pues confiaban en seguir recogiendo dividendos imperiales como consecuencia de las guerras, las confrontaciones y las rivalidades alentadas entre países hermanos bien ligados por una historia y un origen comunes.
El imperialismo norteamericano y otros ex colonialismos de factura menor, pero aun presentes mediante los mecanismos neocoloniales y de explotación capitalista, contribuyeron en cada momento a esas diferencias que, en conclusión, no hacían más que reiterar la vieja divisa de “divide y vencerás”, tan recurrida y útil a los poderosos.
De ahí la trascendencia de la proclamación de América Latina y el Caribe como zona de paz –sin paralelo hasta ahora respecto a otras zonas del mundo– que fue el complemento fundamental de la creación de la CELAC como organismo integrador, de unión y solidaridad, reuniendo por vez primera dentro de la diversidad y el respeto mutuo a toda Nuestra América.
Los pasos que acaban de dar el gobierno de Venezuela y Colombia hacia la solución definitiva de numerosos problemas acumulados por las más diversas razones y a lo largo del tiempo, en las extensas regiones fronterizas entre ambos países –por otro lado, tan cercanos y hermanados desde todo punto de vista– confirman que en América Latina y el Caribe vivimos un verdadero cambio de época y que la existencia de la CELAC es una expresión sólida y genuina de ese cambio.
Como ya ha ocurrido en ocasiones y pudiera serlo otras veces en el futuro, la CELAC ha sido puesta a prueba y con ella la zona de paz proclamada en la Cumbre de La Habana.
Con la buena voluntad de todas las partes involucradas, con el apoyo de UNASUR y su presidencia pro témpore uruguaya a cargo del presidente Tabaré Vázquez, y con la actuación decidida, diplomática y a la vez valiente del presidente Rafael Correa, de Ecuador, la CELAC ha salido fortalecida, con mayor prestigio mostrando su capacidad de acción y negociación, respetando escrupulosamente la igualdad y soberanía de los estados.
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