La victoria contra el fascismo
9 de mayo de 2016
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Estamos en tiempos donde se pretende borrar la historia con aquello de “olvidar el pasado” y “emprender un camino nuevo”.
Y, precisamente un 9 de mayo, marcado por la victoria soviética contra el fascismo, es una fecha que la humanidad ni debe ni puede pasar por alto. Más hoy, cuando brotes de fascismo tratan de reverdecer sus ramas alentados por poderes hegemónicos imperiales.
¿Qué enseñanza dejó a la humanidad la Guerra Patria que liberó a la Unión Soviética y otros países del este europeo que habían sido ocupados por los fascistas alemanes?
Aquella cruenta agresión nazi mató a más de 55 millones de personas, de las cuales 27 millones eran ciudadanos de la URSS.
Cómo borrar de la historia aquel genocidio a que fue sometida la ciudad de Leningrado, bloqueada y agredida durante 872 días y donde murieron más de 650 000 de sus hijos.
Hoy los nuevos enemigos de la Rusia actual pretenden cercar a ese heroico país con intenciones similares a la de los fascistas alemanes, contando para ello con esa punta de lanza llamada OTAN.
Un 9 de mayo de 1945 marcó, con la capitulación de la Alemania nazi, el final de la Gran Guerra Patria, iniciada el 22 de junio de 1941 tras 1418 días y noches de heroica epopeya.
Para quienes quieren dar marcha atrás a la historia, la humanidad debe tener presente que la entonces Unión Soviética aportó a la derrota del nazi fascismo unos 35,5 millones de combatientes; de los cuales el 65,4% eran rusos; el 17,7% ucranianos; un 3,2% bielorrusos; un 1,7% tártaros; 1,4% judíos; 1,1% kazajos; un 1,1% uzbecos; y de otras étnicas el 8,3% restante.
A las cifras letales de aquella larga contienda bélica, se suma que en territorio de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la guerra redujo a escombros 31 950 fábricas, empresas, talleres, comercios; 4 100 estaciones ferroviarias, 36 000 correos, telégrafos, estaciones de radio y otros medios de comunicación; 6 000 hospitales, 33 000 policlínicas; 976 sanatorios, 82 000 escuelas primarias y secundarias; 1 520 escuelas técnicas especializadas; 334 centros de educación superior; 605 instituciones científicas; 427 museos y 43 000 bibliotecas públicas; entre otras muchas pérdidas.
Finalizadas las acciones militares, ya en tiempos de la llamada Guerra Fría, la Unión Soviética, con el aporte heroico de sus hijos, supo levantarse de las ruinas y emprender el camino del desarrollo, sin olvidar a un solo ciudadano de los más diversos pueblos y etnias que formaron su extenso territorio.
Tampoco puede borrarse la colaboración de la URSS a la independencia y el desarrollado de países del Tercer Mundo, ejemplo de solidaridad que contribuyó a construir un muro de contención contra las aspiraciones hegemónicas de Estados Unidos.
Incluso hoy, cuando ya la entonces Unión Soviética fue víctima de errores internos que favorecieron a su desintegración, Rusia emerge como símbolo seguro de una economía y una política capaces de mostrar a la humanidad toda que existen opciones para hacer del multilateralismo una realidad.
Actualmente Rusia y su dirección encabezada por Vladimir Putin, hacen gala de cuan importantes son los principios que conducen a una estrategia donde no se olvida la valía de fomentar el bienestar de sus ciudadanos, así como de preparar, con las más modernas armas, a un pueblo que supo aportar la sangre de sus hijos en la consecución de la victoria contra el fascismo y que, de seguro, lo hará igual con los actuales y futuros enemigos.
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