La tragedia de Orlando: causas y consecuencias
15 de junio de 2016
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Mientras se agudizan las polémicas y se polarizan las posiciones acerca de las causas reales que motivaron la actuación sangrienta del atacante contra los asistentes a la discoteca de Orlando, Florida, así como sus posibles consecuencias, no cabe duda que el suceso terrorista ha estallado como una bomba en plena campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos.
De inmediato los candidatos Donald Trump e Hilary Clinton se sintieron obligados a pronunciarse acerca del hecho que ha conmovido a la nación, aunque –como se esperaba– lo hicieron desde diferentes puntos de vista, de acuerdo con criterios que ambos habían expuesto ya anteriormente en el curso de la prolongada campaña.
Obviamente, también el presidente Barack Obama tuvo que dar su opinión acerca de lo ocurrido, acercándose en este caso a lo dicho desde el primer momento por la candidata Clinton, habida cuenta de que el actual presidente recién anunció que se incorporaría a la campaña presidencial de su Partido Demócrata y, por tanto, apoyaría plenamente las aspiraciones de Hilary a la Casa Blanca.
Ambos cargaron contra Trump, firme defensor de la venta incontrolada de todo tipo de armas en el país sin tener en cuenta ni los antecedentes ni las características ni las tendencias del comprador. Cuenta, por supuesto, con el apoyo y el respaldo financiero de la NRA (Asociación Nacional del Rifle), poderoso lobby que controla y sufraga a cientos de legisladores en el Congreso estadounidense, opuestos al control de armas.
Tanto Clinton como Obama imputan a la venta incontrolada de armas de cualquier calibre, incluidos los más modernos fusiles de asalto como el utilizado por este atacante de Orlando, la causa fundamental de la proliferación de la violencia y los constantes tiroteos y agresiones con armas de fuego que por los más diversos motivos están llenando las calles de las ciudades estadounidenses y convirtiendo el país imperial en un infierno.
El candidato Trump, por su parte, prefiere hacer cargar la culpa de lo ocurrido sobre Obama y la Administración demócrata, a los que juzga como débiles en el enfrentamiento al Estado Islámico y sus seguidores, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, dando por sentado que el atacante a la discoteca actuó por órdenes o por inspiración de la citada organización terrorista. Trump aprovechó las consecuencias de la horrible tragedia para reactivar y reafirmar sus tradicionales exhortaciones desde que inició la campaña electoral que, hasta ahora, le resultó sorprendentemente exitosa.
Estudiosos de la realidad estadounidense, analistas y observadores calificados, así como medios de prensa en diversas latitudes del mundo coinciden, sin embargo, en que las causas y consecuencias de tal violencia criminal generalizada como nunca antes en el país imperial son más profundas, vienen acumulándose desde hace mucho tiempo y no pueden verse desligadas de la desigualdad, la injusticia social, el racismo, la xenofobia y otros males sociales que crecen en el seno de esa sociedad alienante y alienada.
Tampoco puede ignorarse el hecho de que Estados Unidos, un país con 240 años de fundado, ha vivido el 95 por ciento de su existencia envuelto en guerras de agresión o graves conflictos internacionales, sin contar la cruenta guerra civil entre el norte y el sur y la brutal expansión hacia el oeste.
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