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La otra Libia, diez años después

30 de marzo de 2021

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Es muy posible que los medios de comunicación en la actualidad—por estar concentrados en grandes monopolios económicos y en los países ricos— oculten muchas verdades en relación con lo sucedido en Libia hace una década.

También es muy probable que a esos poderes mediáticos no les interese en lo más mínimo, hurgar en lo más profundo del porqué esa nación árabe, que en 2011 exhibía altos índices económicos y sociales, ahora se haya convertido en una mera caricatura de ingobernabilidad, donde sus grandes recursos energéticos y acuíferos han pasado a ser controlados por compañías foráneas, en detrimento de la cada vez más empobrecida población libia.

Y, como a «río revuelto, ganancia de pescadores» esa nación árabe se ha transformado por obra y gracia de la guerra impuesta por Washington y la OTAN, en un centro de contrabandistas de seres humanos que, llegados desde pobres naciones africanas o huyendo de las guerras en el Oriente Medio, quieren lanzarse al mar Mediterráneo para llegar a la Europa apetecida.

Miles han muerto en el intento y otros miles mal viven en centros de detención de inmigrantes en uno u otro país del Viejo Continente.

Hizo 10 años este 26 de marzo cuando Washington y algunos gobiernos europeos, llevaron a cabo la destrucción de Libia, atacándola militarmente y asesinando a su presidente el líder Muamar el Gadafi.

La propia noche del inicio de la agresión, las  fuerzas navales estadounidenses y británicas iniciaron el lanzamiento de más de 110 misiles de crucero Tomahawk, a lo que el gobierno de Estados Unidos llamó «Operación Amanecer de la Odisea».

Estaba en efervescencia entonces la denominada «Primavera árabe», con manifestaciones en las calles de Egipto y Túnez, exacerbados por la gran prensa occidental y con la anuencia de Washington, que bautizó los hechos como la «llegada de la libertad al mundo árabe», mecanismo mediático parte de un objetivo que han querido alcanzar: acabar con los gobiernos populares y progresistas de esa región y así, apoderarse de los grandes recursos energéticos que tiene.

El analista español José Egido, citado por Sputnik, resume lo ocurrido en Libia de la siguiente forma: «Ahora lo que hay es la destrucción del Estado, la división del país, la fragmentación de las tribus, la destrucción de la soberanía y la toma por fuerzas imperialistas, extranjeras, mercenarias y terroristas, quienes han hecho de Libia un mercado de esclavos africanos, un reino de las mafias que trafican con migrantes hacia Europa y un saqueo de los recursos petrolíferos del país, en el marco de una guerra entre dos bandos de orientación extranjera. Es el mayor desastre que ha tenido un país africano en los últimos 200 años, por lo menos», aseguró.

Una década después, la otra Libia, la mutilada, es irreconocible.

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