La OTAN ante difícil disyuntiva económica
20 de febrero de 2017
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Mientras prosigue sus provocaciones y amenazas contra Rusia, colocando fuerzas de avanzada en las mismas fronteras del territorio ruso, a partir de los países bálticos, y emplaza sistemas coheteriles en Polonia y Rumanía, el pacto militar de la OTAN se enfrenta a una difícil disyuntiva económica ante los planteamientos del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que desde su campaña electoral les advirtió de una revisión acerca de la actual contribución financiera de su país a dicha organización.
A juicio de Trump, según expuso, resultan excesivos los gastos para Washington en el mantenimiento del citado pacto militar – aunque en esencia político – y estos deben ser equitativamente repartidos entre sus 28 integrantes, cumpliendo un viejo compromiso de 2014 en que se comprometieron a elevar los gastos de defensa hasta el 2 por ciento de su Producto Interno Bruto respectivo.
Según se ha hecho público, hasta ahora solo cinco cumplen la meta: Estados Unidos, Gran Bretaña, Grecia, Polonia y Estonia. Aunque otros como Canadá hicieron aumentos durante el pasado año, las cifras siguen considerándose “insuficientes” y distan de corresponderse con los agresivos y costosos planes de la OTAN.
El actual Secretario General de la Alianza, el noruego Jens Stoltenberg, ha expresado ya un cauteloso apoyo a la solicitud del mandatario estadounidense y aboga por un “justo reparto de la carga y el incremento de los gastos de defensa”, alegando que “el mundo se ha vuelto más peligroso”.
En pocas palabras, quienes se benefician de la sombrilla protectora de la OTAN y participen alegremente en sus aventuras bélicas en el exterior – como ocurre hoy en el Medio Oriente – deberán asumir en una proporción mayor y “más justa” los gastos que esas escaladas bélicas ocasionan, unidos al mantenimiento cotidiano del armamento, equipos y personal militar propio de cada país.
Para los países europeos, que no viven actualmente una etapa de bonanza económica y hacen juegos malabares con su economía aun sangrante por las heridas de la crisis de 2008 – incluso Alemania – resultan alarmantes las advertencias de la Administración Trump, que no son ajenas a otros litigios semejantes asomados en el seno de la Unión Europea en cuanto a las relaciones de este bloque con Estados Unidos.
A pesar de las sonrisas tranquilizadoras del recién estrenado jefe del Pentágono, James Matthis, en la reunión de ministros de Defensa que tuvo lugar en Bruselas, la OTAN no esconde su preocupación ante posibles limitaciones económicas sin precedentes.
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