La olvidada crisis centroafricana
29 de agosto de 2013
|La República Centroafricana se ha caracterizado desde su independencia por una inestabilidad político- militar que en los últimos 10 años ha dado lugar a sucesivos golpes de Estado y continuos amotinamientos, el último de los cuales, en marzo último, prosigue hoy día con la destrucción sistemática del país, el desplazamiento y la muerte de un gran número de sus habitantes.
Hace unos cinco meses, Michel Djotodia, líder de la coalición rebelde Séleka, se proclamó el nuevo presidente de la República, tras la toma de la capital (Bangui), que provocó la huída del jefe del Estado, François Bozizé, actualmente en Camerún.
Con anterioridad, entre fines del 2005 y comienzos del 2006, se habían desencadenado rebeliones lideradas principalmente por el Ejército Popular para la Restauración de la República y la Democracia (APRD) en el noroeste, y por la Unión de Fuerzas Democráticas para la Integración (UFDR) en el noreste. En la primavera del 2007, resurgió el Frente Democrático del Pueblo Centroafricano (FDPC) para controlar una parte del territorio en el norte de Kaga Bandoro. Además, las crisis reinantes en Chad y Sudán han tenido muchas repercusiones en la República Centroafricana.
Esta inestabilidad casi crónica de la República Centroafricana no sólo proviene de las luchas de poder y del fracaso de un sistema económico y social, sino también de una combinación compleja de esos factores con el político y cultural, que hace muy difícil la aplicación de iniciativas para restablecer la paz.
Hasta ahora, las diversas tentativas de una solución política de la situación no han dado resultados satisfactorios. Los acuerdos firmados por el gobierno depuesto con el FDPC y la UFDR apenas se aplicaron, prolongando el sufrimiento de la población.
En este contexto, hay 600 000 niños afectados por el conflicto y las comunidades controladas por los rebeldes no han tenido acceso a servicios básicos, como los sanitarios, los educativos o los nutricionales.
Otro de los mayores riesgos a los que están expuestos los niños es al reclutamiento por grupos armados y la violencia por motivo de género. Los más vulnerables son aquellos que han perdido sus casas, han sido separados de sus familias y han estado anteriormente asociados con grupos armados.
El bloqueo de carreteras, la presencia de grupos armados y un potencial riesgo de saqueo y ataques no permite que se lleven a cabo actividades de distribución masiva, que están limitadas por la escasez de fondos, ya que del llamamiento humanitario de unos 100 millones de euros para la asistencia de emergencia en el 2013, se ha recibido sólo un 1%.
Todo esto en un país donde se pasa hambre y muy poco desarrollado, a pesar de contar con campos fértiles y riquezas minerales, especialmente diamantes.
Pero la corrupción en lo interno, la debilidad de sus gobiernos y la indiferencia de la comunidad internacional no hacen avanzar a esta nación de apenas 4,4 millones de habitantes en 620 000 kilómetros cuadrados, que no está exenta de la avidez y el acecho de monopolios internacionales.
El nivel educativo es muy bajo (la tasa de alfabetización es del 48%) y la de escolarización en primaria también ronda el 50%, sólo hay 72 médicos:-uno por cada 60 000 habitantes-, no hay electricidad ni agua corriente en la mayor parte del país, y ni siquiera en Bangui, la capital, funcionan bien esos servicios.
La República Centroafricana es, pues, escenario de una importante crisis humanitaria, clasificada como una de las más olvidada y desatendida del mundo, en un estado crónico de emergencia médica, cuya descripción detallada requerirá de nuevos relatos.
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