La mentira repetida
15 de junio de 2020
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No se asombre si digo que “Clarín” en Argentina y “O’Globo” en Brasil fueron los entes periodísticos que llevaron respectivamente a la elección de Mauricio Macri como presidente y la deposición de Dilma Rousseff del cargo que ganó democráticamente en las urnas.
En el primero de los casos, el aupamiento de Macri fue más fácil de hacer por la endeblez del candidato oficialista, Daniel Scioli, con el cual mostró reservas la entonces presidenta y hoy vice, Cristina Fernández.
En lo que respecta a Rousseff, la prensa de la oligarquía allanó el camino para el golpe llevado a cabo por diputados venales y una judicatura entrenada en Estados Unidos que preparó luego el camino para llevar a la cárcel a Lula, sin prueba alguna de delito cometido.
No hay mucho espaciopara hablar sobre el poder de la prensa, pero lo que resulta bien claro que no es el cuarto, tras el Ejecutivo,Legislativo y Judicial, porque está a expensas de los deseos de quienes controlan los principales intereses.
En Estados Unidos se habla mucho de su objetividad, pero nada más alejado, y en lo que respectaa Latinoamérica es notorio que los gobiernosprogresistas han tropezadocon una prensa mayoritariamente hostil, que colabora con el imperialismo y contribuye al fracaso de los programas puestos al servicio del pueblo.
Subrayo: es sabido que en la inmensa mayoríade las naciones al sur del Río Bravo y hasta la Patagonia los principales periódicos, televisoras y emisoras radiales siguen actuando como fuerzas políticas, con dinero más que suficiente y todo el poder necesario, para, amparados en el controvertido concepto de la libertad de expresión, mentir, difamar, manipular, destituirpresidentes y ganar elecciones.
Es una práctica ya vieja que tuvotambién como ejemplo los concursos parlamentarios ganados por la oposición hace algunos años en Venezuela, con la evidentemaquinación de crear con rapidez una matriz de opinión y una tendencia a su favor que no pueda ser desmentida posteriormente.
Se dice que quien da primero, da dos veces, y en el argot periodístico esto equivale a que una mentira repetida cien veces se convierte en verdad.
Por todolo anterior, gobiernos progresistas han sido desplazados, porque no han dado una respuesta contundente a los medios de comunicación derechistas, e incluso se han dejado de imponer por ellos sus agendas.
Hay una necesidad de regular los derechos y deberes de la prensa, que debía estar enmanos de los pueblos y para nada deben ser controlado por la oligarquía y menos aún por consorcios internacionales y grandes empresas, todos al servicio del imperialismo.
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