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La guerra como negocio

14 de mayo de 2024

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Cuentan los historiadores cómo en tiempos remotos de la antigüedad los reinos e imperios de la época evitaban en ocasiones verse envueltos en guerras y conflictos bélicos hasta los últimos momentos imprescindibles, pues las consideraban como verdaderas sangrías, pérdidas no solo de vidas humanas sino también del dinero, las propiedades y los recursos que debían ser invertidos y gastados en esos enfrentamientos, que posiblemente jamás serían recuperados o compensados nuevamente.

La guerra era, por tanto, una actividad riesgosa donde de una sola vez podía perderse todo, como así ocurrió a algunos en no pocas oportunidades.

El desarrollo codicioso del sistema capitalista y su fase superior imperialista trajo, entre otras consecuencias, la conversión de las guerras en un buen negocio y en la forma de obtener vastas utilidades económicas, sobre todo si tienen lugar en territorios extranjeros y actuando como suministrador o abastecedor de terceros, que son quienes corren en estos casos los mayores peligros y enfrentan las mayores pérdidas, tanto humanas como materiales.

El gobierno imperialista de Estados Unidos, -sea demócrata o republicano,- ha venido utilizando y perfeccionando ese método en los tiempos modernos, particularmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, de la cual emergió como poder militar hegemónico del mundo capitalista, incluido el monopolio atómico que detentó durante breve tiempo. Estados Unidos construyó una llamada “economía de guerra” e instauró a los conflictos bélicos como una fundamental fuente de ganancia económica y acompañante del control geopolítico: fue un matrimonio feliz y útil desde todo punto de vista y así funcionó.

El expresidente Dwight Eisenhower, en sus memorias explica el surgimiento del conocido “complejo militar-industrial”, el papel que comienza a jugar y el mucho más importante que jugará en el futuro cuando vaya apoderándose de las más importantes palancas del poder político y económico, incluida la financiación millonaria de las campañas electorales: así ocurrió.

La predicción de Eisenhower -bien conocedor del tema- se está cumpliendo actualmente y del modo más evidente con respecto al conflicto ucraniano mediante la pregonada “ayuda militar” al régimen de Kiev, sumando miles de millones de dólares que van a parar a las arcas del “complejo militar-industrial”, donde se agrupan los fabricantes de la citada ayuda en armamentos y equipos bélicos. Extensiva hoy a Israel y Taiwán.

Puede afirmarse que prácticamente ningún político yanqui de ninguno de los dos partidos dominantes del sistema se opone a ello y así los expresan las votaciones mayoritarias y bipartidistas en ambas Cámaras. Se refuerza la teoría de que el “Complejo Militar-Industrial” es el basamento del resto de la economía, le aporta a todo el sistema y lo multiplica; es también un arma de control político sobre posibles aliados díscolos y de amedrentamiento hacia adversarios temidos.

HA convertido a la guerra en el gran negocio de Estados Unidos, por encima de cualquier otra fuente de ganancias.

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