La derrota de Trump en el Senado
19 de febrero de 2020
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El régimen de Trump se las ha arreglado de alguna manera para que el golpe que acaban de darle en el Senado –donde, como se sabe, dominan los senadores republicanos– no haya trascendido con suficiente fuerza en los medios de comunicación que le son hostiles dentro del país y no ha tenido suficiente repercusión de votación llevada a cabo en ese cuerpo legislador, negándole al mandatario la posibilidad de requerir dineros extras o desviarlos de otros gastos de defensa para utilizarlos en una eventual guerra contra Irán.
Con una diferencia de diez votos (55-45) la resolución fue aprobada, tal como ya había hecho la Cámara de Representantes de mayoría demócrata, y ello fue posible en este caso porque ocho senadores republicanos comprometieron su voto contra la solicitud del insaciable Donald y voltearon un resultado que el mandatario seguramente consideraba favorable de antemano.
Si tenemos en cuenta el balance de fuerzas que decidió el juicio político por graves acusaciones contra Trump, celebrado hace escasamente dos semanas, no dejan de sorprender las deserciones republicanas que impidieron la aprobación de la millonaria solicitud con fines bélicos, en un momento de euforia presidencial.
Merecerá la pena ahondar en las razones que produjeron este sorpresivo resultado haciendo coincidir a demócratas y republicanos en momentos en que, al interior del sistema imper5ial, las contradicciones se agudizan y llueven improperios y denuestos en medio de una campaña electoral que se avizora al rojo vivo.
Evidentemente, nadie quiere arrojar la primera piedra que pudiera involucrar el país imperial en una nueva guerra en el Medio Oriente y mucho menos contra la potencia iraní, que cuenta con un impresionante dispositivo militar y sería un objetivo imposible de ocupar y dominar aun al costo de miles y miles de bajas e inmensas sumas de dinero.
En esta situación, el régimen de Trump no podría ir más allá de los asesinatos selectivos –como en el caso del general Soleiman– las acciones terroristas y las sanciones económicas, como formas de mantener a Irán bajo asedio y así impedir o dilatar el despliegue de sus capacidades.
Todo indica que el arco parlamentario estadounidense no quiere verse envuelto en estos momentos en tamaño conflicto, muchas veces más complicado y costoso que el inacabable Afganistán, donde aún no han podido abrir una brecha de salida ninguno de los gobiernos yanquis en casi treinta años, convirtiéndose en trampa mortal.
Muy al contrario de los deseos e intenciones del autoproclamado rey Trump, parecen quedar aun en Estados Unidos mentes juiciosas y sensatas capaces de medir los peligros.
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