La “cruzada ideológica” de los republicanos
8 de octubre de 2013
|Hasta ahora conocíamos la “cruzada global contra el terrorismo” lanzada por el genocida W. Bush hijo, que le sirvió de excusa para reprimir y limitar los derechos civiles dentro de Estados Unidos, fabricar guerras de agresión y destrucción hacia el exterior y hundir al país económicamente mediante el despilfarro presupuestario.
Hoy es el actual mandatario Barack Obama quien nos habla desde la Casa Blanca acerca de la que calificó “cruzada ideológica de los republicanos” que, en este caso, está sirviendo de pretexto al llamado Grand Old Party (GOP) para los sucesivos intentos de chantaje que buscan doblegar a la Administración y, sobre todo, echar abajo definitivamente la reforma del sector salud que a duras penas y llena de recortes y limitaciones logró poner en vigor Obama gracias a la mayoría senatorial demócrata y a la confirmación de la Corte Suprema de Justica posteriormente.
Estos temas de la extensión presupuestaria y el aumento del techo de la deuda no son nuevos para Estados Unidos. Desde la década de los setenta han asomado en varias ocasiones y durado semanas hasta llegar a un consenso por ambas partes, recordándose aun el ocurrido bajo la Administración Clinton entre diciembre del 95 y enero del 96 (hace 17 años) y la amenaza de que sucedieran nuevamente en 2011; en cada ocasión, esta parálisis o simplemente su amenaza han tenido graves consecuencias para la economía del país y sobre todo para los mercados financieros, aterrados ante las posibilidades de impago.
El Departamento del Tesoro ya advirtió que Estados Unidos se quedará sin dinero para pagar sus deudas alrededor del 17 de octubre y en ese caso la crisis escalará a proporciones internacionales, involucrando al dólar, a los bonos del Tesoro y, por tanto, al sistema financiero internacional. El Imperio pudiera regresar a los peores niveles de la recesión de 2008, de la cual no ha logrado emerger totalmente, incrementándose índices como el desempleo.
En cuanto a la proyección política y de opinión pública que está teniendo la crisis -vista como un enfrentamiento entre las dos fracciones del mismo sistema, aunque discrepantes en cuanto a métodos, políticas y formas de hacer-, las encuestas van revelando que Obama ha logrado una cierta ventaja en mostrar a los rivales republicanos como los culpables de la grave parálisis nacional y en especial, dentro de ellos, a la tendencia ultraderechista del Tea Party, que ha logrado presionar sobre todo el conjunto del partido y de los legisladores republicanos.
Una reciente encuesta del “Washington Post – ABC” arroja que el 63 por ciento desaprueba el papel de los republicanos, 58 por ciento el de los demócratas y 50 por ciento el del presidente Obama, quien sale mejor parado y se ha involucrado en una campaña sin precedentes contra sus adversarios, denunciándolos reiteradamente de manera poco habitual, acusándolos de destruir al país, obsesionados irresponsablemente por el tema de la reforma de salud y su afán por destruirla.
Al hablarle a los trabajadores de la construcción de una pequeña empresa de Rockville (Maryland) -escogida con toda intención para servir de escenario ante un auditorio de clase popular-, Obama les dijo: “Desde que los republicanos son mayoría en la Cámara hay una crisis así cada tres meses. Sé que ustedes están cansados de esto. Yo también”.
No pocos observadores consideran, por su parte, que estamos presenciando en definitiva los peligrosos síntomas de la decadencia del Imperio, expresándose cada día con mayor frecuencia y en las más disímiles facetas.
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