La Argentina de Milei
6 de mayo de 2024
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Durante siete años, entre 1976 y 1983, la cruel dictadura militar instalada en Argentina, asesinó o desapareció a más de 30 000 personas.
A 41 años de aquella pesadilla, todavía hoy madres y abuelas desesperadas, tratan de encontrar los hijos y nietos que un día fueron sacados de sus casas y desaparecidos, sin que se conozcan sus paraderos.
Luego, en años de democracia, el caos se hizo realidad con otras formas. Los gobiernos de Carlos Saúl Menem, entre 1989 y 1999, se caracterizaron por la privatización masiva de las empresas estatales y los ajustes económicos, conocidos como «corralito», que constituyeron el peor símbolo del neoliberalismo.
Con algunas excepciones de gobiernos progresistas o con programas de beneficio popular como los de Néstor Kirchner entre 2003 a 2007 y Cristina Fernández de Kirchner de 2007 a 2015, se produjo un «respiro» en la era democrática argentina, más recientemente alterado con la elección de Mauricio Macri, como presidente entre 2015-2019. Un mandatario que literalmente «hizo reo» al país, del Fondo Monetario Internacional.
Terminado el nefasto mandato de Macri, el pueblo argentino eligió a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner como presidente y vice presidenta.
Entre medidas de beneficio popular y defensa soberana, la nación transitó un período de cuatro años en que el lastre de la mayor deuda con el FMI que recuerde la historia —legado de Mauricio Macri—, los efectos del neoliberalismo heredado, y los embates aún latentes de fisuras políticas donde siempre debió haber unión, condujo al país a lo que parecía imposible: la elección de Javier Milei como mandatario.
Milei, es el excéntrico gobernante que llegó a la Casa Rosada con una motosierra en sus manos y el anuncio diario de que acabaría con el Estado, los programas sociales y…
Luego vinieron sus grandes pretensiones internacionales: trasladar para Jerusalén, la embajada argentina en Israel, y apoyar en todo al gobierno sionista de Benjamín Netanyahu.
Viajes a Estados Unidos, compromiso con el Pentágono de construir una base militar estadounidense en la Patagonia argentina; la compra a Dinamarca de 24 aviones de guerra F-17 estadounidenses, y ahora, por último, pedir el ingreso oficial de Argentina a la OTAN, han completado la verdadera cara de Javier Milei, que, a la par, ha recortado decenas de miles de puestos de trabajo y en su impredecible forma de gobernar, se enfrenta ya a un pueblo —que aunque lo eligió como presidente—, se siente frustrado y vuelve cada día a las calles para expresar su rechazo.
Bajo el silencio del gobierno nacional, el Comando Sur de EE. UU. construye una base militar en un lugar estratégico del continente, en el sur del país, en la provincia de Neuquén.
En cuanto a la repentina solicitud de ingreso a la OTAN, el ministro de Defensa del país suramericano, Luis Petri, se reunió en Bruselas con el secretario general adjunto, Mircea Geoana, a quien le presentó la carta de solicitud de admisión.
Respecto a la compra de los aviones de guerra F-35, se trata de naves con 40 años de antigüedad, por los que tendrá que pagar un monto de más de 600 millones de dólares, 300 millones a Dinamarca y otros 300 millones a Estados Unidos, por el armamento asociado, que incluirá misiles, además de bombas guiadas y cañones.
Todo este derroche a pesar de que Milei, «vive explicando» que las medidas de recorte económico que está implantando son porque el país «no tiene plata».
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