La amenaza mayor
13 de febrero de 2018
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La llegada de 4 000 militares norteamericanos a Afganistán y el anuncio de que un número similar arribará en los próximos meses revela el incumplimiento de la promesa electoral del presidente estadounidense, Donald Trump, de que su país retiraría sus efectivos lo más rápido posible, en tanto criticaba la política de Obama que tampoco había cumplido con un anuncio en ese sentido.
Hace unas horas, reiteró su presión sobre Paquistán, al que acusó de ser una “guarida de terroristas”, a lo cual Islamabad do una rápida repuesta: “Ningún país en el mundo ha sufrido más que Paquistán el azote del terrorismo, a menudo proveniente más allá de nuestras fronteras. Por ello es decepcionante que la declaración estadounidense ignore los enormes sacrificios de la nación paquistaní”.
Pero el hecho, grave de por sí, vino acompañado con la filtración de noticias relacionadas con el arribo de miles de terroristas del Estado islámico (EI) a bases militares estadounidenses en suelo afgano, con el fin de hacerlas combatir contra los talibanes, lo cual concuerda con la afirmación de un líder del grupo armado afgano de que Estados Unidos es una amenaza mayor que el Daesh, nombre en árabe del EI.
Cada párrafo de este trabajo pudiera ir abordando in crescendo la gravedad de una situación basada en excusas para justificar la cada vez mayor ocupación estadounidense, que también tiene aspectos válidos de que el régimen de Kabul es débil y está dividido, pero que esconde la ira norteamericana acerca de los esfuerzos oficiales para conversar cpn los talibanes, sin la presencia de Washington, todo un “pecado”.
Ello revela como después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, con la consiguiente agresión, invasión y deposición del gobierno talibán por Estados Unidos, bajo el pretexto de combatir el terrorismo, la insurgencia nacida del complot norteamericano sigue desestabilizando a uno de los países más pobres del mundo, sometido casi diariamente a bombardeos arrasadores de las superfortalezas B-52.
En la actualidad, hay unos 12 400 soldados estadounidenses en Afganistán, en el seno de una fuerza internacional de 16 500 efectivos, que asesoran y dirigen a una fuerza local de más de 220 000 hombres.
Los analistas se preguntan sobre los criterios de Trump, quien advirtió que su estrategia estaría guiada por “las condiciones sobre el terreno y no por calendarios arbitrarios”. “EE. UU. no ha definido esas condiciones”, señala Javid Ahmad, investigador para el sur de Asia en el Atlantic Council y en la academia militar de West Point.
Los expertos temen que al final, el método Trump conduzca a un aumento del caos en Afganistán en perjuicio de los civiles, ya muy afectados.
A cada aumento de la agresión imperialista, los talibanes han respondido con ataques mortales en Kabul o Kandahar contra bases estadounidenses, del ejército local y el barrio diplomático, así como contra las principales sedes gubernamentales.
Por eso, con este nuevo arribo de tropas invasoras, la resistencia prometió a los estadounidenses un “nuevo cementerio” si se empeñan en seguir en el país.
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