Kennedy, algo más tenebroso
20 de noviembre de 2013
|En estos días en que se revelan detalles sobre los planes del Club Bilderberg para controlar el sistema financiero mundial, es necesario recordar que ese grupo de banqueros privados es particularmente sospechoso en el asesinato del presidente norteamericano, John Fitzgerald Kennedy, hace 50 años.
Mucho oímos de la implicación de la mafia, la “gusanera” contrarrevolucionaria de origen cubano y de la ultrarreacción estadounidense en el crimen, con intentos de implicar a la Revolución Cubana, todo lo cual no contradice, sino que subraya la existencia de un ente conductor.
Tampoco los medios masivos occidentales, ni mucha de la literatura sobre el particular hablan de ello, e incluso soslayan o no llegan a ponerse de acuerdo acerca de los disparos que hicieron blanco sobre el mandatario, desvirtuando, por supuesto, la acción ejecutora de un solo hombre, y subrayando la presencia de varios francotiradores en diferentes puntos, sin que la policía y la seguridad hubiesen hecho algo para impedirlo.
Lo más sencillo fue ejecutar al presunto actor del asesinato y dar muerte a decenas de personas presuntamente implicadas en este.
¿Lee Harvey Oswald, mafia, “gusanos”, las autoridades de Dallas? Sin dudas, todos estaban relacionados, pero guardan una escala muy baja al respecto, porque existió algo más importante y que el propio Kennedy denunció semanas atrás en su discurso ante la Asociación de Prensa, en el Waldorf Astoria, de Nueva York:
La existencia de sociedades secretas en la sombra que estaban ejerciendo entidades que respondían principalmente al Club Bilderberg.
Al efecto, emitió la Orden Ejecutivo 11 110, en la que retiraba la potestad de fabricar dólares sin aval de oro, y de otorgar créditos (deuda publica) a la Reserva Federal, propiedad de banqueros privados, que afectaba también a los Rockefeller y a los también superpoderosos Rothschild, que cobraban créditos de la nada, o por blanqueo de la droga -de la cual tenían el monopolio, así como el del mercado del oro en Londres.
Esto fue probablemente la más importante y decisiva gota que colmó el vaso de la conspiración que le costó la vida.
Cierto que cada cierto tiempo salen a la luz nuevos detalles del complot, una de las cuestiones más ocultas y falseadas por el complejo militar-industrial que gobierna a Estados Unidos.
Relataba hace poco más de un año en el colega portal CubaSí que pude observar la foto de Kennedy ya muerto, con más orificios de balas de lo que se decía al principio, y que fuentes de confianza aseguraron que fueron 13.
El investigador Paul Kangas asegura que en el hecho existió una confabulación dirigida por el entonces jefe de la Agencia Central de Inteligencia, George Bush, y el ex vicepresidente Richard Nixon. Ambos estuvieron detrás de la Comisión Warren, todo un “paripé” que tuvo su equivalente en la Comisión Kean del 11 de septiembre del 2011, la encargada de retrasar, obstruir y permitir que se eliminaran las pruebas para la investigación de los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono, achacados a terroristas árabes.
Un documento descubierto hace siete años, pero que solo hace meses se comprobó su autenticidad revela que George Bush estuvo directamente implicado en el asesinato, al situarlo trabajando con el agente de la CIA, Félix Rodríguez (posterior agente del Irán-Contra), reclutando exiliados de la mafia cubana para la invasión de Cuba.
Otras fuentes, como el investigador cubano Gabriel Molina Franchossi, coinciden en diversos hechos con la participación de Richard Nixon en el hecho.
Sería extremadamente largo traer a colación todos los pormenores del hecho, que sí cambio el curso, para peor, de la historia de los gobiernos en Estados Unidos.
Kennedy, una figura con carisma, asumía a veces el papel de play boy, se ufanaba de su amistad con el cantante y entonces demócrata Frank Sinatra, de quien se dice facilitó las relaciones del mandatario con Marilyn Monroe, así como con el jefe mafioso Sam Giancana, a cambio este último de facilitar unos 150 000 votos de la central obrera AFL-CIO.
Pero el hermano de John, Robert, impidió que se cumpliera promesas hechas al mafioso a cambio de su apoyo, que granjeó su enemistad, a la que sumó la de los reaccionarios cubanos de Miami y New Jersey que se sentían traicionados por la derrota infligida por el pueblo a los mercenarios que invadieron a Cuba por Playa Girón.
Las personas sospechosas de bajo perfil nunca tuvieron que rendir cuentas a la justicia, porque fueron impunemente asesinadas; y las de alto no han tenido que preocuparse por ello, porque, como los grandes banqueros del Club Bilderberg, solo tienen que afanarse en llevar a cabo sus planes de dominación del mundo.
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