Kamala, aparente progresista, pero con lunares
5 de julio de 2021
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Por estos días han arreciado lascríticas de todas partes contra la vicepresidenta norteamericana, Kamala Harris, achacándole que haya creado caos en las tareas dadas porlapresidencia y de mala organización del equipo que le acompaña, que, cierto o no, tiene como objetivo evitarque sea candidata en las eleccionespresidenciales del 2024.
Lascriticasprovienentantodel bando republicano como de su Partido Demócrata, donde hay algunos que la consideran no apta para enfrentar a cualquier contrincantedel Partido Republicano.
Lo cierto es que hay algo de exagerado en estas diatribas, y así lo han hecho constar voceros del Ejecutivo, quienes han defendido la posición de la vicepresidenta en las conversaciones sobre migración que realizó en México y Guatemala, independientemente que demorara, por noconsiderarlo importante, el contacto con las autoridadesfronterizas, como exigían los republicanos.
Muchos ven a la figura de Donald Trump alrededor de estas críticas a Harris, por ser ésta quientrato de enjuiciarlo cuando era presidente y luego de su derrota, además de que en unasociedad tan racista es chocante tener una vicepresidenta hija de india y jamaicano, que arrasó con el voto afronorteamericano.
Kamala, realmente, tiene buenos antecedentes y a los mentirosos de siempre no les ha sido posible encontrar hasta ahora algo irritable en su vida.
De 55 años, nació en Oakland, California; vive entre San Francisco y Washington, fue elegida al Senado en el 2016. Ex fiscala general de California; ex fiscala de distrito de San Francisco.
Asistió a una universidad históricamente negra (Universidad de Howard), es miembro de una destacada hermandad negra (Arpa Kappa Arpa) y mientras crecía visitó a menudo la India. Suele decir que su identidad hace que sea especialmente apta para luchar por las personas que tradicionalmente han sido ignoradas.
En su campaña presidencial, Kamala Harris se presentó como una candidata histórica que podría atraer tanto a progresistas como a moderados. En vez de tratar de mejorar la economía, sus políticas buscaban resultados graduales y específicos, centrándose especialmente en grupos históricamente marginadoscomo las mujeres, las personas de color y los estadounidenses de bajos ingresos.
Sus agudas habilidades de debate y su personalidad afable la convirtieron en una fuerte contendiente en las primeras etapas de las primarias demócratas. Pero sus oscilaciones entre diversas posiciones políticas provocaron una serie de ciclos noticiosos perjudiciales, y retirarse de la contienda electoral cuando su campaña se quedó sin dinero.
Al nombrar a Harris como su compañera de fórmula, JoeBiden tomó una decisión innovadora, al elegir una mujer de color para ser vicepresidenta. Pero también estaba ascendiendo a una senadora que comparte sus políticas supuestamente de centroizquierda en un momento de cambio progresivo en el partido.
Ella ha tenido varias posiciones. Originalmente, apoyó el proyecto de ley de Medicare para todos propuesto por el senador Bernia Sanders, que crearía un sistema de pagador único y eliminaría los seguros médicos privados.
Pero cambió su posición sobre elementos del Medicare para todos, cuando publicó su propia propuesta en julio del 2019. A diferencia del proyecto de ley de Sanders, su plan mantendría un papel limitado para las aseguradoras privadas y buscaría pagar los costos sin aumentar los impuestos de la clase media.
Se describió a sí misma como una “fiscala progresista” durante su tiempo como fiscala de distrito y fiscala general en California. Mientras que se inclinaba a la izquierda en temas como el matrimonio gay y la pena de muerte, a veces enfurecía a los liberales al negarse a ir más lejos.
En las primarias presidenciales, Harris se presentó como una pragmática solucionadora de problemas. En muchos sentidos, ella es un indicador de cómo los demócratas han virado ampliamente hacia la izquierda, aunque Harris sigue siendo mucho más moderada que los progresistas más vociferantes.
“Creo que nuestro país quiere y necesita un liderazgo que proporcione una visión del país en la que todos puedan verse a sí mismos”, dijo.
Perono todo es bueno en la vicepresidenta, En la misma política hacia la migraciónlogró buenos acuerdos con México, pero fue ingenuacon el corrupto régimen guatemalteco. En ese mismo orden de cosas, trató a El Salvador como lo hacecon Guatemala y Honduras, lo cual fue rechazado por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele.
Durante la campaña electoral y luego, ya electa vicepredenta, los medios reaccionariosinquirieronacerca de cuál sería la política hacia Cuba, cuando el bloqueo norteamericano a la Isla ha sido rechazado mundialmente y Trump lo recrudeció en plenapandemia de la COVID-19.
MientrasBidenprometió tres veces en su campaña electoral que eliminaría las 242 restricciones agregadas por Trump al bloqueo, aún no cumplido, Harris fue aún más conservadora, al expresar que la finalizaciónde esa cruel y criminal políticadependíade los propios cubano-estadounidenses y de la certeza de que la Isla no representa un peligro para la seguridad de Estados Unidos.
Como se ve, algo sin pies ni cabeza, como ha correspondido siempre a la política norteamericana desde el triunfo de la Revolución, dejandoHarris los resultados a una gusanera que aún controla en todos los órdenes a la masa de cubano emigraday, hasta el momento, dando su aquiescencia a que la Isla esté incluida entre los países que EE.UU. califica a su conveniencia de estados terroristas.
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