Islamofobia o la nueva cara del fascismo
19 de enero de 2015
|Mucho antes del sangriento atentado terrorista en París contra la publicación satírica Charlie Hebdo, la propia Francia y numerosos países europeos, principalmente Alemania, eran escenarios de diversas manifestaciones de repudio al Islam y a la presencia de emigrantes musulmanes, a quienes achacan el agravamiento de los problemas económicos, sobretodo el desempleo, y la creciente inseguridad.
Aunque la acción fue reivindicada por la organización Al Qaeda, para supuestamente dar un golpe propagandístico a uno de sus terribles derivados, el Ejército Islámico (EI), cobra fuerza la versión de que la injustificable acción parisina fue manejada por el servicio de inteligencia israelí Mossad, al que se acusa también de estar tras los nebulosos atentados del 11 de septiembre del 2001en Nueva York y Washington.
Como las principales vías de comunicación y propaganda están en manos sionistas, ello es muy difícil de comprobar, y quizás, como estipula Occidente en la desclasificación de documentos, la “verdad verdadera” se conozca dentro de algunas décadas, pero, llamo la atención, lo del 11 de septiembre fue una operación organizada con eficacia y sincronización, propia de gente preparada en esos menesteres, por lo que Israel no debería estar exento de su autoría.
También puede llamar la atención que la ola de islamofobia ocurre en los momentos en que el Estado palestino pretende sentar a Tel Aviv en el banquillo de los acusados de la Corte Internacional de la Haya, acusado de crímenes de guerra.
Aunque en Europa ya hay desde hace años grupos fascistas dispuestos a vengar la derrota nazi, se sabe que Estados Unidos es la nación con mayor número de grupos extremistas organizados, muy violentos, que actúan dentro y fuera de ese país, con gente de mentalidad rayana en la locura. Por eso, Estados Unidos es el país más vulnerable al terrorismo.
DAR AIRE AL EJÉRCITO ISLÁMICO
Aunque parezca contraproducente, la ola vengativa contra el Islam favorece los planes de polarización del EI, ya que ha vuelto a aumentar sus filas con jóvenes provenientes de Europa y el norte de África que creen sinceramente en sus preceptos de purificar la aplicación del Islam en países musulmanes conservadores, mientras en sus jefes y filas regulares campea el mercenarismo y la crueldad más absoluta.
No estamos exagerando, porque tiene métodos tan bárbaros que sobrepasa la imaginación distorsionada de cualquiera de los agentes de prensa al servicio de Occidente.
Este, dirigido por supuesto por Estados Unidos. ha integrado una coalición que ha fracasado hasta ahora en sus intentos de acabar con el EI.
“Sus ataques aéreos se pueden considerar como un desfile militar. La forma para acabar con ellos son las fuerzas terrestres, que saben bien la naturaleza del terreno y esto está en manos del Ejército sirio y de Iraq”, destacó el analista político y escritor Thaer Ibrahim, aunque Estados Unidos, que había afirmado que no volvería con sus tropas allí, las ha vuelto a utilizar, con el presunto fin de hacer más efectiva la acción armada, aunque también pudiera ser para robar el protagonismo al ejército sirio y mantenerse por un buen espacio de tiempo para cuidar de sus intereses energéticos.
Por ello, los medios de comunicación norteamericanos empiezan a elucubrar que aunque EE.UU. y las fuerzas iraquíes (no mencionan al ejército sirio) logren derrotar al Estado Islámico, haría falta una presencia internacional a largo plazo.
El pretexto es que si los kurdos y tribus sunitas se comprometen completamente a luchar contra el EI, tras su destrucción, reaparecerán los “antiguos problemas”, es decir, “los kurdos buscarán la independencia y los sunitas tendrán una causa común con un nuevo grupo yihadista”. O sea, el nunca acabar y la consecución de un buen caldo de cultivo para incrementar el terrorismo
Aunque el portal Foreign Policy cree que para mantener la paz entre los kurdos, sunitas y chiítas del país es necesaria la presencia de fuerzas internacionales lideradas por Naciones Unidas con el apoyo de los militares estadounidenses, Nicholas Heras, un experto del Centro para Nueva Seguridad Norteamericana, opinó que la participación de EE.UU. “generaría polémica, dado el historial que tiene en Oriente Medio y la ira que causó su ocupación de Iraq “.
Pero con la violencia no se derrotará al terrorismo, porque es difícil y menos para Estados Unidos que se ciega por tener medios poderosos y mentalidad geófaga que lo convierten precisamente en un Estado terrorista.
Como expresara nuestro Comandante en Jefe… ” No existe poder global, tecnológico o militar que pueda garantizar inmunidad contra tales hechos, posiblemente obra de grupos reducidos, difíciles de descubrir y realizados por gente suicida”, por lo cual “el esfuerzo general de la comunidad internacional ha de dirigirse a crear una conciencia mundial y a poner fin a una serie de conflictos…”.
Así se podría poner fin al terrorismo mundial, proceda de donde proceda y no dar motivo para que la actual islamofobia devenga en la nueva cara del fascismo.
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