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Impulsar el colapso

25 de septiembre de 2024

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Recuerdo aquellos días y noches inolvidables en el habanero Hotel Tritón, cuando junto a mi esposa Sara y mi nieto Aniel disfrutamos el haber sido reconocido como Vanguardia Nacional por el aporte como periodista a la Revolución Cubana.

Una semana después el hotel fue objeto de un atentado con explosivos como parte del terror contra el sector turístico que comprendieron ametrallamientos desde el mar contra el Hotel Guitart-Cayo Coco, explosivos contra hoteles de Varadero, la discoteca Aché, del Hotel Meliá Cohibá; y, además del Tritón, los hoteles Capri, Nacional, Copacabana y Chateau, así como la Bodeguita del Medio. Más víctimas, más daños.

Es bueno recordar esto cuando en Naciones Unidas se volverá a votar contra el bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba desde hace más de seis décadas, que el Imperio denomina “embargo”, y que los tarifados dentro y fuera de la Isla ni mencionan cuando utilizan sus plañideras voces para destacar los sinsabores y problemas de la que un día fue su Patria. Por lo menos, la Associated Press si menciona desde La Habana las “medidas económicas” impuestas por Washington.

Obama fue el único presidente norteamericano que comprendió que las medidas coercitivas para castigar la rebeldía de la Isla, que no se rendía, eran completamente inútiles. Así, restableció relaciones diplomáticas y comenzó a utilizar el llamado carril 2 para enamorar a los empresarios privados, pero la mafia gusaneril miamense, que aupó a Trump, hizo que este decretara centenares de medidas que aherrojaron el bloqueo, y su sucesor Biden, a pesar de haber prometido tres veces que las eliminaría, no hizo nada al respecto.

Ahora se habla de los miles de millones de pérdidas causadas por el bloqueo norteamericano, que tantas víctimas ha causado. Y ello es más grave aún, cuando se analiza la hipocresía de cualquiera de las administraciones estadounidenses que han mantenido lo que denominaron eufemísticamente “impulsor del colapso”, cuando es realmente un atentado contra el derecho a la vida de un pueblo.

Décadas de “impulsos” no han servido para provocar el colapso de Cuba. Cierto que tampoco para que Estados Unidos responda por su criminal infamia ante un tribunal imposible.

Al menos si ha servido para dejar en evidencia la soledad de su arrogancia en resoluciones consecutivas de Naciones Unidas contra el bloqueo, en las que solo Israel, a veces Ucrania y Brasil en la época de Bolsonaro, lo defendieron contra el parecer de todo el mundo.

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