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Hurgando en el racismo

5 de junio de 2020

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Puede ocurrir todos los días. Noticias relacionadas con el racismo en Estados Unidos las hay por montones. Es un fenómeno social, cultural, parte de esa sociedad, y que tiene expresiones letales, fundamentalmente causadas por el odio supremacista como fenómeno de poder.
También ocurre en otros países como Brasil. A ambos me referiré en este comentario.
Los afrodescendientes son, dentro de las minorías que integran el universo racial estadounidense, los más discriminados, pobres, carentes de posibilidades educacionales, los que viven en peores condiciones y los que mueren por cualquier motivo, según el criterio de un policía blanco o de un político adinerado.
Hurgo en las noticias que circulan en la red por estos días y leo: «En EE.UU. unas tres personas mueren a manos de los agentes de la policía todos los días y las posibilidades de perder la vida de esa manera aumentan significativamente si, como en el caso de George Floyd, se tiene la piel negra».
The Washington Post argumenta: «los afroestadounidenses constituyen aproximadamente el 12% de la población pero, las muertes de negros imputables a policías entre 2015 y 2019 sumaron el 26,4% de todas».
Hay una especie de fundamento profesional entre los policías blancos que quizás le fue enseñado en las escuelas, pero seguro que le viene también del contexto de sociedad en la que viven y el sistema político que comparten.
Ese policía blanco que mata a un ciudadano negro, lo hace con saña, como se vio cuando le puso la rodilla en el cuello de Floyd y apretó con la fuerza de su cuerpo sobre el indefenso que se asfixiaba en el suelo, hasta que, unos minutos después su corazón dejó de latir, ante la mirada indiferente de sus colegas también blancos.

 

 

TAMBIÉN BRASIL

 
Por su parte, la gran prensa de la región refleja por estos días de disturbios en diversas ciudades estadounidenses, el comportamiento racista engendrado dentro de las estructuras policiales y gubernamentales en el poder en Brasil.
Según un análisis del Foro Brasileño de Seguridad Pública, casi ocho de cada 10 víctimas fatales provocadas por la policía brasileña son afrodescendientes.
Un documento como el Anuario de Seguridad recoge que «aunque los afrodescendientes representan el 55% de la población brasileña, los negros son el 75,4% de los muertos a manos de la policía».
De acuerdo con BBC Mundo, la policía brasileña mata cada año hasta 6 000 personas, cifra que en 2018 llegó a 6 220 decesos, de los cuales 4 991 eran afrodescendientes.
Los expertos consultados por la prensa coinciden en que el problema se ha agravado bajo el gobierno de Jair Bolsonaro, lo que se constata con el hecho de que si en 2014 el promedio de muertes diarias a manos de la policía era de seis personas, cuatro años más tarde esa cifra ha subido a 18.
Debemos recordar que en su campaña para ser elegido presidente, Bolsonaro usó entre otras banderas la de que «la policía tiene que matar más» como paliativo para controlar la violencia.
Expresiones racistas se producen a diario por parte del mandatario brasileño, un desafiante personaje que, por tal de actuar como lo hace el estadounidense Donald Trump, está llevando a su país a la mayor inseguridad, tanto en temas de salud como de convivencia ciudadana y hambre.

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