Huir, huir, huir
4 de julio de 2014
|Primero, fueron los hombres quienes más huían masivamente; después, las mujeres, y ahora los niños. Pero todos tienen que enfrentar la ley implacable contra la emigración vigente en Estados Unidos, que los devuelve a sus países de origen, para la cual se acaba de implementar un nuevo presupuesto ascendente a 2 000 millones de dólares.
El presidente norteamericano, Barack Obama, pidió a padres centroamericanos “no enviar a sus hijos a la frontera”, y aseguró que los que lleguen serán regresados a sus países y, lo que es peor, podrían no llegar.
Lo cierto es que 77 243 menores centroamericanos ingresaron oficialmente a EE.UU., entre 2009 y mayo de 2014, y en el pasado junio se asegura que se rompieron todos los récords, porque la desesperación hace olvidar los peligros a que están expuestos.
La mayoría de los ilegales proceden de Honduras, donde miles de niños y niñas siguen cruzando fronteras. Van “sin papeles”, mientras Washington ha dejado claro que las leyes migratorias son implacables contra los indocumentados, sean estos niños o adultos. Muchos de los menores tienen ya familia en EE.UU.
El gobierno de Tegucigalpa no tiene una política de protección a la niñez y ahonda la desigual diferencia existente en el país, donde los niños y adolescentes surgen de distintas zonas: poblados occidentales, como las rurales comunidades de La Victoria y Santa Cruz de la Cuchilla, así como de los barrios más vulnerables del municipio de San José de Colinas, en Santa Bárbara.
Salen cientos de Lempira, Copán e Intibucá. La industrial San Pedro Sula, en el norte, también expulsa a sus jóvenes. La zona sur tampoco escapa del éxodo.
Se marchan en grupos, van con la esperanza de quedarse en Estados Unidos, un país donde los controles fronterizos son cada vez más estrictos, pero que se encuentran con “coyotes” (traficantes de humanos) que también evolucionan y se hacen de las más sofisticadas estrategias para lograr pasar las fronteras.
HAMBRE, VIOLENCIA
Esta crisis es atribuida al incremento de la extrema pobreza y la violencia en Centroamérica, así como a la falsa percepción de que los menores puedan beneficiarse de alguno de las reformas migratorias.
La ley prohíbe al Departamento norteamericano de Seguridad Nacional deportar a los niños inmigrantes justo después de su llegada al país, en caso de que su nación de origen no comparta una frontera con EE.UU. lo que sí afectaría a los menores procedentes de México.
Algo que atañe a este proceso es el constante bloqueo en el Congreso a un proyecto de ley migratorio propuesto por Obama, que tampoco será aprobado este año, independientemente de que haya sido lastrado en parte para complacer a sectores ultraconservadores, los mismos que no ven “con malos ojos” la “desaparición” de quienes intentan entrar ilegalmente a Estados Unidos-.
Al efecto, grupos inescrupulosos piden fuertes cantidades de dinero a esos niños que buscan reunirse con sus familias o una vida que consideran mejor, aprovechando el incremento desmesurado de emigración infantil del 92% este año, el cual responde, reitero, a los altos niveles de criminalidad en esos países, entre los cuales sobresale Honduras, la nación con mayores índices de violencia armada del mundo.
La organización hondureña “Francisco Morazán” y la salvadoreña “El Rescate” pidieron a Naciones Unidas otorgar el “estatus de refugiados” a los niños emigrantes centroamericanos detenidos por la patrulla fronteriza, pero EE.UU. dijo que los seguirá deportando, mientras el índice de asesinatos en este sentido sigue creciendo en el territorio fronterizo mexicano
Hasta donde se sabe, hay por lo menos 40 000 menores de edad centroamericanos concentrados en albergues militares de Estados Unidos, cifra que puede incrementarse en lo que resta del año.
Tal es la gravedad de esta situación que, pese a todos los peligros antes enumerados, el Movimiento Emigrante Mesoamericano confirmó que “no sólo hay un incremento de volumen de personas, se aprecia un cambio cualitativo en el ánimo de los emigrantes: es una población en movimiento con un nivel de desesperación que los apremia, sin importar consecuencias ni tragedias. No tienen más remedio que huir”.
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