Hostigando a China
30 de enero de 2019
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No contento con la agresión económica a China, Estados Unidos ha enviado nuevamente buques de guerra al Estrecho de Taiwán, bajo el pretexto de proteger a sus aliados de la isla china y caldear aún más las relaciones con el gobierno del territorio continental.
La demostración bélica estadounidense está acompañada de elementos disuasorios para que otros países de la región disputen la soberanía que ejerce Beijing en el Mar de China del Sur, alegando motivos históricos, y aunque Vietnam hace lo mismo, Hanói prefiere conversar con los dirigentes chinos y no dejarse arrastrar por las malquerencias norteamericanas,
En cuanto a los buques estadounidenses en las aguas chinas, estos son el destructor de misiles guiados USS McCampbell y el USNS Walter S. Diehl, y es la tercera operación de este tipo en los últimos cuatro meses, una acción que Beijing ha considerado como un gesto de provocación a favor del separatismo de las autoridades de la isla que China reclama como parte de su territorio.
La portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying, aseguró hace unos días que su país “ha vigilado muy de cerca el proceso de maniobras entero y ha expresado su preocupación a la parte norteamericana”, y una vez más ha llamado a Washington a respetar su principio de “una sola China”. A principios de enero, la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU. presentó un informe que concluía que China había emprendido un proceso de modernización militar para “impedir cualquier intento de Taiwán para declarar su independencia, así como la intervención de fuerzas extranjeras”.
En respuesta, el general Li Zuocheng, un alto responsable de la Comisión Militar Central de China, hizo saber que “si alguien intenta separar a Taiwán de China, el Ejército chino hará lo que haga falta para garantizar la reunificación nacional y la integridad territorial del país”.
Beijing insiste en que los buques de guerra de otros países deben pedir permiso y notificar de antemano a las autoridades chinas sobre el tránsito por sus aguas territoriales.
El derecho de paso inocente de los buques de guerra por el mar territorial, reconocido en la Convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Derecho del Mar, es uno de los aspectos más controvertidos: algunos países lo aceptan, mientras otros recalcan en la notificación o la solicitud de autorización previa.
Durante mucho tiempo, Washington ha cortejado a Taipéi en un intento para contrarrestar a China, además de ser la principal fuente de armas de la isla. El Departamento de Defensa de EE.UU. (Pentágono) admitió que Washington ha vendido a Taiwán más de 15 000 millones de dólares en armamento desde el 2010, pero, extraoficialmente, se cree que es mucho más, siempre en beneficio de la industria norteamericana de la guerra,
China ha criticado y ha rechazado en repetidas ocasiones todos los contactos que mantienen a nivel militar Taiwán y EE.UU. y los considera como una amenaza a su integridad territorial, así como ha calificado de calumnias de la administración de Trump afirmaciones sobre su desarrollo militar y de ataques con rayos láser a pilotos norteamericanos.
El gobierno chino ha subrayado siempre que en estas provocaciones bélicas de Estados Unidos hay segundas intenciones, en el sentido de provocar dislates con otros países de la zona y emprender maniobras de aseguramiento que permitan el control imperialista de la navegación por la región, con intereses no sólo comerciales, sino también hegemónicos.
Por lo pronto ya ha enviado barcos de guerra a la región y un moderno portaaviones que haga comprender al gabinete de halcones de Trump que la nación asiática no teme al enfrentamiento que, por cierto, y como de costumbre, estaría muy lejos de las costas norteamericanas.
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