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Hambre, no opulencia

9 de febrero de 2018

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Quizás algunos recuerden recientes documentales de como productos peruanos del agro, bien conservados, llegaban en costosos trayectos a varios de los principales restaurantes del mundo, para deleite de opulentos millonarios y ganancias para los proveedores, que no para sus cultivadores.

Así se ha desarrollado la agricultura en las magníficas tierras peruanas, de las mejores del mundo, donde hoy, sin embargo decenas de miles de campesinos, en su inmensa mayoría de la población originaria, son explotados inmisericordemente a pesar que esa nación tiene nominalmente una reforma agraria desde hace 49 años, creada por el gobierno de Juan Velasco Alvarado, no perfecta, pero inmensamente humana.

La burla a la reforma ha tenido muchos indicios en estos días, cuando el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski incumplió su compromiso con los productores de papas de adquirir importantes cantidades del tubérculo, con el fin de dedicarlas a obras sociales.

Las protestas de los paperos no se hicieron esperar, y la represión policial ha dejado un saldo trágico de un número indeterminado de muertos, heridos y detenidos, así como una amenaza a líderes agrícolas quienes pudieran tener igual destino que sus adláteres colombianos.

De la reforma aquella de hace 49 años queda muy poco, porque de los latifundios eliminados surgieron otros nuevos y mayores.

Detrás de la concentración de tierras hay argumentos que parecen irrefutables: mayor eficiencia y productividad de la agricultura, que derivan en un mejor ingreso para los que la trabajan y el país. Esta idea viene sustentada por cifras alentadoras. La gran inversión tiene lo suyo. Los cuadros que muestran la disparada de la producción en la región de Ica, por ejemplo, son reales, y también los altos ingresos a consecuencia de la agroexportación.

Pero no todos están de acuerdo con que la gran acumulación de tierras sea sinónimo de mayor rendimiento. ¿Quiénes? ¿Los pequeños agricultores? ¿Las organizaciones no gubernamentales? Sí. Pero también otros organismos como el nada popular y brazo imperialista Banco Mundial (BM).

En un informe publicado por la peruana Revista Agraria se cita una de las conclusiones de Hans Binswanger, el experto del BM en estos temas: “Casi un siglo de investigación por economistas agrícolas en todo el mundo ha producido un hecho estilizadamente contradictorio: los agricultores a pequeña escala por lo general usan la tierra, la mano de obra y el capital más eficientemente que los agricultores a gran escala, que dependen principalmente de mano de obra contratada”.

Las afirmaciones de Binswanger están fundadas en estudios hechos a escala mundial, en países en los cuales el Estado apoya a los pequeños productores. Sin embargo, en Perú, a pesar de que la agricultura se desarrolla en condiciones desventajosas, existen experiencias buenas: Hay ejemplos concretos de que la agricultura familiar puede ser exitosa. Los responsables de la producción del café, que representa cerca del 30% del valor de las exportaciones agrarias peruanas totales, son en su inmensa mayoría pequeños agricultores agrupados en cooperativas.

Pero ello ocurre en muy pocas partes de Perú, donde la burla a la reforma agraria, repito, ha hecho surgir latifundios mayores, y la opulencia de unos pocos hace pasar hambre a muchos, entre ellos a los hoy abandonados paperos.

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