¿Habrá paz para Siria?
25 de agosto de 2015
|La recién adoptada resolución unánime del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dando por vez primera los pasos conjuntos por parte de ese organismo mundial para una negociación que pueda conducir a alcanzar finalmente la paz para la martirizada Siria, ha despertado un cauteloso optimismo aunque no deja de provocar también preocupaciones en quienes sospechan sobre un “doble juego” -una vez más-, de las mismas potencias occidentales que han alimentado hasta ahora la agresión y organizado, financiado y armado a los grupos terroristas que la atacan.
No hay dudas de que la historia sangrienta de la agresión y la distracción de Siria ha atravesado por diferentes etapas desde que comenzó hace casi cinco años, en que las mencionadas potencias de la OTAN y los terroristas a su servicio iniciaron los ataques con la vana y hoy frustrada esperanza de poner fin al gobierno sirio del presidente Bachar Al Asad y conjuntamente incorporar a ese país árabe a los planes de acercamiento a Israel, de asociación a las monarquías petroleras del Golfo y de cerco y aislamiento contra Irán: todo de una vez.
El pueblo sirio, su ejército y el gobierno del partido Baas, encabezado por Al Asad, dieron sin embargo, una firme y decidida resistencia que resultó, al parecer, sorpresiva para la poderosa coalición enemiga que no pudo obtener sus objetivos de apoderarse del país y “cambio de régimen”, viendo imposibilitados incluso los amagos de agresión directa por parte de Estados Unidos.
Una activa e inteligente diplomacia internacional de Rusia y China, mas la solidaridad de Irán y otras naciones amigas, contribuyó también a disuadir la agresión en los momentos de mayor peligro, cuando se presentaba como inevitable.
La agresión contra Siria y todo el entorno que la rodea han entrado sin dudas en una nueva etapa, acorde con acontecimientos que tuvieron lugar en los últimos tiempos y que están influyendo en la situación del Me3dio Oriente acompañados por la inagotable resistencia siria, los avances militares de su ejército y el evidente apoyo de la población al presidente Al Asad, reelegido para un nuevo mandato hace pocos meses.
No faltan por ello los escépticos que aún dudan de la efectividad y transparencia de la reciente resolución del Consejo de Seguridad donde -según alegan-, hay extremos que no quedan suficientemente claros y deberán ser esclarecidos en el seno de las comisiones que se han integrado por el propio Consejo con vistas a alcanzar una paz justa.
Otros se preguntan, si llegada esa paz para Siria, cuál sería finalmente el destino de los diversos grupos terroristas patrocinados hasta ahora por las potencias de la OTAN y las monarquías petroleras del Golfo. Se trata ciertamente de una interrogante difícil de responder.
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