Guerra, Covid-19 y hambre en Yemen
27 de noviembre de 2020
|
Más de 12 millones de menores están amenazados de morir de hambre en Yemen, una nación que se debate en el abandono internacional ante la creciente epidemia del nuevo coronavirus y la destrucción de casi toda su infraestructura por una agresiónorientada por Estados Unidos y encabezada por Arabia Saudita, que enmarca a variassatrapías del Golfo.
Mientras los palestinos son abandonados por Riad y sus socios ante la apetencia israelí, la ultrarreacción árabe va destruyendosistemáticamente a la nación árabe más pobre, de donde llegan imágenes de niños esqueléticos,a punto de morir por la no llegada de alimentos de ningún tipo.
La derechainternacional no perdona al pueblo yemenita que apoye mayoritariamente a las fuerzas progresistas que se han unido para defender con las armas su soberanía, tras expulsar al gobernante impuesto por Washington y que obedecía ciegamente las órdenes del Banco Mundial.
Precisamente, el BM hizo que el presidente Al Hadi aumentara considerablemente el precio de los combustibles, lo cual fue la gota que desbordó el vaso de la impopularidad del mandatario, quien huyó a Riad, al intensificarse la guerra que los rebeldes huzíes comenzaban en las montañas, y que sumó fuerzas del ejército regular que no querían ser marionetas depaíses que desean repartirseYemen y controlar sus costas, bajo el pretexto de proteger el transporte de petróleo, principalmente en el Estrecho de Bad al-Mandeb.
Los huzíes, que defienden una República para Yemen, llegaron a ser defensores de aquella que en Yemen del Sur mantuvo ideas socialistas, al tiempo que sostienen una tradición política milenaria de resistencia a poderes extraños, lo cual alimenta la rebeldía contra la subordinación a los intereses de Estados Unidos,y levantan sus armas para defender a la nación, identificada con su propia cultura tribal y religiosa.
El periodista Abdul Karim, un activista de derechos humanos, torturado y posteriormente asesinado por informar libremente, fue portavoz de los huzíes en las negociaciones nacionales que siguieron a la denominadaRevolución de los Jóvenes, una semana antes que la familia Saud empezara sus bombardeos contra Yemen.
Sus relatos son crónicas brutales de un conflicto en la que el gobierno ataca sin miramientos a la población civil. El presidente que antecedió a Hadi, Saleh, puso al frente de las tropas del gobierno al general Ali Mosén, un salafista aliado, el número dos del régimen, responsable de los elementos yemenitas que apoyaron la agresión a Afganistán -cuando Bien Laden era un aliado de Estados Unidos-, conocido en las embajadas europeas, con razón, por sus buenas relaciones con al-Qaeda.
Los salafistas han sido usados por Riadpara penetrar en las comunidades, como Estados Unidos utilizó a las sectas cristianas en América Latina.
De hecho, con otros nombres, pero igual protagonismo, la agresiónimperialista contra Yemen prosigue impunemente ante la desidia general, sinimportarla muerte y destrucción que ocasiona.
Comentarios