Grave provocación en el Atlántico Sur
4 de febrero de 2022
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Coincidentemente con el envío de tropas y armamento de la OTAN a Europa del Este y a Ucrania en especial, a los límites fronterizos con Rusia, se produjo en el Atlántico Sur otro provocador y expansivo movimiento por parte de uno de los integrantes de ese pacto militar, caracterizada por su expansionismo y agresividad: esta vez por parte del poder colonial británico (Reino Unido) hacia los límites fronterizos con la República Argentina.
En significativa simultaneidad, el gobierno inglés decidió renovar desde el punto de vista tecnológico y fortalecer su presencia militar en las islas Malvinas, territorio insular que ocupa en disputa con Argentina y pendiente de una negociación que los gobiernos de Londres (sean conservadores o laboristas) sabotean y tratan de impedir pues saben ellos mismos de la ilegalidad de esa ocupación, cuyo cese es un viejo reclamo de la comunidad internacional, las Naciones unidas, la CELAC y el Movimiento de Países No Alineados.
El actual gobierno argentino ha llamado ya la atención al respecto mediante una declaración de su Cancillería, donde advierte acerca de la peligrosidad y el carácter irresponsable de este recrudecimiento del armamentismo colonial inglés en Malvinas y considera que no es ajeno a la firme posición del gobierno de Alberto Fernández desde que asumió hace dos años, en contraste con el abyecto, sumiso y corrupto Mauricio Macri que -en su habitual actitud servil a los intereses más antipatrióticos y oscuros- había echado al olvido esta sagrada y antigua causa del pueblo argentino.
Nos acercamos al Aniversario 40 de la llamada guerra de las Malvinas (abril de 1982), cuando la sangrienta tiranía militar argentina, en una sucia jugarreta que pretendía acallar la intensa protesta popular que le amenazaba, decretó la recuperación de Malvinas por la vía de la fuerza, en una aventura mal organizada y peor dirigida que costó la vida y la mutilación a miles de jóvenes patriotas argentinos.
Es una deuda peor que la del FMI, porque nunca será completamente salvada, sus principales deudores, junto a la dictadura militar, son el gobierno inglés de Margaret Thatcher y el gobierno imperialista de Estados Unidos, entonces encabezado por Ronald Reagan, quien optó por el apoyo a su fiel aliado inglés y abandonó así a sus colegas argentinos que con tanto cele le servían en Centroamérica y otras partes. De este modo, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) fue a parar al basurero de la historia.
El combativo y heroico pueblo argentino, reunido en la Plaza de Mayo, pidió las armas a la dictadura militar para combatir a la agresión colonial pero, obviamente, los opresores no podían complacerlo porque en ello les iba también su supervivencia. La creación de un ejército popular no podía entrar en sus consideraciones ni por asomo.
Los aprestos guerreristas de la OTAN que parecen ahora haber llegado hasta el Atlántico Sur alertan y reviven el viejo refrán: las Malvinas son argentinas.
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