«Golpes suaves» en papelitos de regalo
26 de octubre de 2021
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No son tiempos para flojos, ni de piernas, ni de conciencia, ni para quienes han encontrado en las redes sociales el manjar divino para «hacerse públicos» con sus acciones que rayan en la anexión y la traición a la Patria.
Vale recordar en estos casos, cuál es el objetivo de los llamados «golpes suaves o golpes blandos» y las «revoluciones de colores», «vendidas» como hechos necesarios.
Con esas diatribas también se llega a la anexión, al cambio de opinión, a la traición disfrazada de «despertar» de los pueblos, que son llevados a alinearse bajo las órdenes de Estados Unidos y la OTAN, en unos casos y que pretenden lo mismo en nuestra región latinoamericana, cambiando la OTAN por la OEA y su entramado de injerencias, golpes de estado y como avanzada para la desestabilización y el caos.
No hay un solo ejemplo que no muestre la verdadera cara del plan para ejecutar dichos «golpes». Después de lo «suave» viene el verdadero objetivo envuelto en «papelitos de regalo» como favores que hace el imperio para que los pueblos sean «libres».
Detengámonos en el ejemplo ucraniano, donde las llamadas «protestas pacíficas» de noviembre de 2004 hasta enero de 2005, con guión totalmente diseñado desde Washington, y la etiqueta de «revolución de colores», además de causar muertes, heridos, desestabilización total y caos, propició el tan cacareado cambio de régimen, a través de la insubordinación de algunos sectores de la población alimentados desde el exterior con las más feroces campañas anti rusas.
Desde aquella acción conocida como la «revolución naranja» hasta hoy, los sectores llegados al poder bajo la protección de Estados Unidos y la OTAN, han aceptado ser partícipes activos del objetivo mayor: Rusia.
Y el ejemplo de Ucrania debemos estudiarlo y tenerlo presente —todos—, por cuanto está ahí y es usado por intereses geoestratégicos occidentales, en su plan de acercar las tropas de la Alianza Atlántica a las fronteras rusas, ensayar supuestos ataques con armas no convencionales y acusar al gobierno de Moscú de todo lo que allí sucede.
Otro elemento que no se puede obviar: Estados Unidos y la OTAN han llegado a subordinar a Europa a sus intenciones anti rusas, de tal manera que hasta el suministro de gas a la población de sus países, es usado como instrumento de presión para que no se acepte la provisión que llega desde Rusia hasta Alemania, con dos pretextos unidos: no subordinar a Europa al combustible ruso y aceptar el gas que desde Estados Unidos, más caro lógicamente y más contaminante por ser gas de esquisto.
Ucrania y otros países del este europeo —los que una vez se llamaron socialistas— son usados abiertamente en esta componenda anti rusa y pro occidental. No importa que el invierno esté tocando a las puertas europeas y que el gas sea imprescindible como garantía de la calefacción.
Esos, a fin de cuentas, son objetivos también de las llamadas revoluciones de colores y golpes suaves, donde Ucrania es un ejemplo palpable, pero no único.
Hoy, cuál es la situación. Digamos que la OTAN este 21 de octubre acordó una nueva estrategia con un costo de 1 000 millones de euros, para garantizar tecnología de punta en sus planes militares.
El argumento de que China avanza en esa tecnología y la consideración de que Rusia es una amenaza presente y futura para los países de la Alianza Atlántica, vuelven a hacer mella sobre gobiernos poco independientes a la hora de diseñar su política exterior.
Las provocaciones diarias contra Rusia por parte de la OTAN y especialmente la disposición de fuerzas y medios militares cercanos a su frontera y las maniobras provocativas, obligaron a la más reciente decisión del gobierno de Rusia de romper las relaciones con la Alianza.
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