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España: se estremecen los cimientos

24 de diciembre de 2015

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Más que todo, España vivió este domingo unas elecciones distintas, donde se mostró que el bipartidismo reinante por décadas, no sería eterno. Los cimientos de un país políticamente detenido en el tiempo, fueron estremecidos con el ascenso de otras fuerzas que, aunque jóvenes, han mostrado garras y cuentan con el respaldo de millones de ciudadanos.
El Partido Popular perdió 64 escaños en el Congreso en comparación con los comicios precedentes del 2011. Esta vez alcanzó 123 diputados, cifra muy inferior a la necesaria para una mayoría absoluta que le diera derecho a gobernar sin alianza.
Otra agrupación, el PSOE, también fue castigada con varios millones de votos menos, y esta vez solo logró 90 escaños, seguida por Podemos, una agrupación nueva pero en ascenso que obtuvo 42 puestos.
El resto de los puestos se distribuyen entre Ciudadanos, Izquierda Unida, y otras pequeñas agrupaciones regionales.
Lo evidente en estas elecciones españolas es que, aunque ya los votos han sido contados y las bancas del Congreso repartidas, comienza ahora una etapa muy especial, donde cuatro agrupaciones políticas —por primera vez en la historia del país ibérico— tendrán que maniobrar con mucho cuidado y flexibilidad, en busca de un consenso mayoritario necesario para formar gobierno.
Tal como previeron algunas encuestas, la presencia en las boletas electorales de candidatos de otras dos formaciones políticas, Podemos, de orientación centroizquierdista y Ciudadanos, que se define como de centro, han sido, más que todo, una real advertencia a partidos tradicionales como el Popular (PP) y el Socialista Obrero Español (PSOE).
El debate preelectoral estuvo signado por la situación que vive España con uno de los mayores índices de desempleo de toda Europa ( 21%), la emigración de decenas de miles de jóvenes profesionales en busca de empleo en otros países y las evidencias de corrupción que han caracterizado la administración del PP en estos cuatro últimos años.
Un reporte de BBC Mundo de este domingo señala que las agrupaciones Ciudadanos y Podemos, irrumpen en el panorama nacional tras unos años de gran convulsión, en los que los españoles han sufrido una gran crisis económica, se han enfrentado el reto de los independentistas de Cataluña y han vivido la abdicación de un rey.
Ambas agrupaciones —señala el citado despacho de prensa— fueron a las urnas en busca del voto de la indignación, sobre todo entre los jóvenes, con propuestas para la regeneración democrática del país y contra la actual corrupción.
Para ser investido presidente, se necesita en primera votación la mayoría absoluta de los 350 miembros del Congreso de los Diputados o mayoría simple en segunda votación.
Es decir, el nuevo gobernante requiere el apoyo de 176 diputados o, en segunda vuelta, más votos a favor que en contra.
El actual presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, centró su campaña presentándose como el único candidato con experiencia y con la bandera de un crecimiento económico para este año de un 3%. De igual forma, ha prometido crear dos millones de puestos de trabajo en los próximos cuatro años.
Por su parte, el candidato del PSOE, Pedro Sánchez, en un tú a tú con Rajoy en la televisión, acusó a éste de que su gobierno ha estado marcado por varios casos de corrupción. “Si usted gana, el coste para la democracia es enorme porque el presidente debe ser una persona decente y usted no lo es”, le dijo Sánchez a Rajoy.
Lo real es que los cimientos políticos españoles se han estremecido, ahora solo falta la recomposición de fuerzas políticas —todas— cuyo deber mayor es sacar a esa nación de la crisis sistémica en que vive.

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