Esclavitud y sus nuevas formas
15 de julio de 2016
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Muchos años antes que los habitantes americanos descubrieran a Cristóbal Colón y sus acompañantes, la esclavitud como forma inhumana de explotación de unos hombres sobre otros ya se practicaba desde épocas medievales.
El primer día de julio de cada año los actuales latinoamericanos y en especial los caribeños, conmemoran un aniversario más de su erradicación, luego de largos períodos de maltratos y violación de los derechos humanos de millones de personas que fueron traídas por la fuerza por los colonizadores españoles y en menor escala de otras naciones europeas.
Los trajeron, fundamentalmente, del continente africano, y su ilegal tráfico se veía como una lucrativa actividad comercial de emprendedores hombres de negocios, ocultándose la manera brutal como eran tratados, desde su captura, hasta la incorporación de plantaciones y otras actividades, donde solo se le daba el alimento básico para que pudieran llevar a cabo los trabajos a los que se les destinaba.
Hoy día, por ejemplo, los holandés conmemoraron ese día el aniversario 153 de la abolición de la esclavitud en un acto oficial llevado a cabo en Ámsterdam, donde el actual Gobierno no pidió perdón, pero sí reconoció “remordimiento y arrepentimiento” por un comercio que afectó a más de medio millón de personas, que según las estadísticas, representaba entonces solo el 5 por ciento del total de esclavos que fueron capturados y trasladados a América.
Según diversas fuentes, el 1 de julio de 1863, unos 47 mil esclavos fueron liberados en las plantaciones de cacao, algodón, café y azúcar de los enclaves coloniales solamente en Surinam, lo que fue recordado con salvas de cañonazos en honor de los sobrevivientes de ese holocausto en Paramaribo, la capital.
“Observo este capítulo ominoso de nuestro pasado esclavista y muestro mi remordimiento y arrepentimiento por el trato dado por Holanda a la dignidad humana”, declaró el viceprimer ministro Lodewijk Asscher, en un acto con motivo del aniversario.
Si tomo como ejemplo a una de las naciones que explotó y se enriqueció con la esclavitud, pero en menor escala que otras, como España o Portugal, es que sin embargo permite ver la dimensión del problema y el olvido en que se tiene el tema, salvo algunas conmemoraciones que no permiten un mea culpa a las autoridades de esas naciones.
Hoy sus descendientes sufren otro tipo de esclavitud, la capitalista, aunque muestran con orgullo el aporte de sus mayores en la cultura, la gastronomía y junto a organizaciones e instituciones tratan de lograr que los antiguos colonizadores traten de indemnizarlos, de alguna manera, y para eso cuentan con el apoyo de organizaciones como el CARICOM y la CELAC.
Se sabe que aunque la Convención sobre la Esclavitud, de 1926, condena la esclavitud y la prohíbe, nuevas formas de explotación se asemeja a esa cruel forma de explotación, lo que reconoce la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cuando en 2014 calculaba que unos 20 millones de personas sufrían trabajos forzados en el mundo. Esto, unido a que la trata de personas para su explotación sexual, o bien el tráfico de órganos, son consideradas también formas de esclavitud.
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