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¿Equidad? ¿Qué es eso?

23 de mayo de 2017

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La prosecución de guerras locales en diversas partes del planeta, el desbarajuste de un cambio climático que no se atiende como es debido y la falta de voluntad política de los gobiernos de países con recursos para auxiliar a los que necesitan ayuda hacen imposible un mundo con equidad y sin hambre.

La realidad actual debe ser la de muchos años por venir, y deja con poca posibilidad a los propósitos del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF), que hace dos años se propuso poner fin a la pobreza y al hambre para el 2030.

Y es que ara ello se requiere una especial atención a la niñez, sector en que en que81 millones de infantes no alcanzaban su potencial, debido la pobreza y la malnutrición, y dos años después seis millones 600 000 fallecían antes de cumplir los cinco años, o sea, 18 000 muertes por día.

Hoy se estima que esas cifras son superiores, y no hay manejo de estadísticas que pueda eludir que la amenaza de morir por hambre es muy alta tanto para niños como para sus familiares supuestamente encargados de su protección

Para lograr la ambiciosa meta, se requiere llegar a la equidad en un mundo donde se destierre el egoísmo, algo imposible por la cada vez mayor brecha entre ricos y pobres.

En un mundo tan desigual en el que la ideología preponderante es el del sálvese quien pueda o ha mucha esperanza de desterrar la pobreza en los primeros años de la niñez, algo imprescindible para que se produzca tal situación cuando se llegue a la vida adulta.Y es que las ambiciones de aquellos que tienen de sobra y quieren más hacen imposible que desaparezca el mundo sin desventajas en que se desenvuelve la mayor parte de la niñez en el mundo.

Solo sociedades asequibles en la igualdad, con plena conciencia de que ello asegurará eliminar el círculo vicioso de la continuada falta de oportunidades.

Así, habría un adecuado apoyo a la familia, con inversiones oportunas en salud, nutrición y educación, y con acceso a agua potable, protección y atención.

Per todo lo anterior se desenvuelve en un terreno utópico, porque no se puede obviar mientras haya un imperialismo que propicie guerras y el desplazamiento de seres humanos es imposible que tenga lugar un mundo conequidad.

La mitad de los pobres del mundo son niños, casi 250 millones de ellos viven en países asolados por conflictos, y millones de ellos arriesgan sus vidas para buscar refugio en naciones que los desprecian y, peor aún: propician o apoyar las guerras que destruyen su lugar de origen.

No hay nada más injusto que las desigualdadesentrelas sociedades y que estas dentro de ellasdeterminen, incluso antes del nacimiento, las oportunidades que los niños tendrán en sus vidas

Por eso suenan huecas las cifras de avance al efecto que propagandizó la UNICEF desde la adopción en 1989 de la Convención sobre los Derechosdel Niño.

Para los hombres de buena voluntad, aquellos que quieren eliminar la injusticia, se hace impostergable eliminar el ciclo de la desigualdad imperante, que hoy se presenta inevitable e insuperable.

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