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Entre indignado y aburrido

24 de junio de 2024

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No importa que las islas pequeñas se estén hundiendo, ni que se acelere el resquebrajamiento de los glaciares en ambos polos: siguen los no compromisos, los incumplimientos cuando estos son aceptados y la no debida atención al vertiginoso cambio climático que amenaza al planeta, algo tan letal que solo podría ser superado por un repentino y siempre latente estallido de una guerra nuclear.

Las naciones que más envenenan la atmósfera con los gases invernaderos apenas lo disminuyen, y solo China -la segunda- ha logrado tener avances al respecto, convirtiéndose en la vanguardia en la construcción de paneles fotovoltaicos y automóviles eléctricos, superando en la producción y venta a Estados Unidos, el primer depredador en ese aspecto, cuya respuesta es lamentable: entorpecer y subir los aranceles de importación a esos productos chinos.

 

SE DICE MUCHO, SE HACE POCO

Algunos piensan que esta cuestión del medio ambiente es una cosa aburrida, porque se dice mucho y se hace poco, ante las continuadas exhortaciones de Naciones Unidas para reiterar la necesidad de incrementar significativamente los esfuerzos a fin de apoyar un desarrollo sostenible que permita una mejor administración de los recursos mundiales.

Cumbre tras cumbre acerca del problema privilegia los intereses económicos en detrimento de la razón ecológica, a ´pesar de que se lanzan advertencias catastróficas sobre la temperatura del planeta, que ya no se cocina a fuego lento como antes con dióxido de carbono, y así lo atestiguan los centenares de muertes recientes en la India, Arabia Saudita y hasta zonas consideradas desarrolladas de Europa, por citar algunas.

 

CONTRADICCIÓN

En los discursos de los dirigentes mundiales se está de acuerdo que el planeta está al borde del colapso y que el progreso económico no debe hacerse a costa de los mares, el aire y los bosques.

Sin embargo, a la hora de poner el necesario dinero al efecto, no hay acuerdo y sí la reproducción de viejos problemas y las desigualdades del intercambio comercial: un Sur pobre que tiene las materias primas y un Norte rico que posee la biotecnología y no la transfiere ni acepta limitaciones.

Y es que para evitar la tala de los bosques, lanzar menos anhidrido carbónico al espacio o eliminar la creciente desertificación de los suelos se requiere de dinero que pocos están dispuestos a pagar, esencialmente los más ricos y poderosos como Estados Unidos, responsable por la cuarta parte de emisión de gases en el mundo, y se niega a reducirlos.

Por su parte, hay países en desarrollo que carecen de recursos para utilizar tecnologías más limpias. Como no hay nada más globalizado que el aire, el agua y los mares que nos rodean, todos padeceremos las catástrofes ambientales.

Hoy en día casi la mitad de la población mundial enfrenta escasez de agua, el nivel de los mares sigue subiendo y diversas especies de plantas y animales están en peligro de extinción, lo cual representa un desafío colosal que necesita enfrentarse de manera conjunta.

 

AQUÍ Y AHORA

Y es que hay que comprender que el debate ambiental da de lleno en la filosofía del mercado que sustenta la sociedad de consumo, basada en el egoísmo de aquí y ahora, sin preocupación por las generaciones futuras.

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